El vínculo entre el cine y el arte culinario sucede esporádicamente, pero muchas veces resulta en una interesante combinación. Este es el caso de Flux Gourmet, un film paródico, absurdo y finamente planeado en su estética. Trata sobre una residencia para un trío de artistas, quienes desarrollan música en vivo a partir de los sonidos que generan cocinando en vivo, y que se encuentran en un fuerte conflicto con su mecenas. Esta situación es vista a través de los ojos de un escritor que ha sido contratado para registrar la experiencia.
La película contiene referencias al cine de John Waters, específicamente a Pink Flamingos, al nombrar a la señora de los huevos e incluir la ingesta de excrementos. El grotesco es parte del film desde el comienzo, cuando su protagonista y narrador se entera que tiene problemas digestivos que le hacen sufrir flatulencias, acidez y otras cosas. En este caso, el grotesco convive con una estética moderna y minimalista. Flux Gourmet también contiene reminiscencias al cine de David Cronenberg, al body horror en general y a la idea de performance sobre los cuerpos como un hecho artístico, planteo que el canadiense desarrolló en la reciente Crimes of the Future.
Fundamentalmente, este alocado film con grandes cuotas de comedia se presenta como una parodia al progresismo en general: a las residencias artísticas, al mundo de la performance, e incluso al veganismo y al feminismo. Peter Strickland (Berberian Sound Studio, Katalin Varga) ejerce una desvergonzada y por eso desopilante ridiculización de la imagen del mecenas y del vacío que signa a gran parte el arte contemporáneo.
Flux Gourmet, de Peter Strickland
2022 – Reino Unido, Estados Unidos, Hungría
Sección: Oficial Fantástic Competición