Seguimos con la tercera entrega del especial de cine Indie norteamericano con la aclamada Hedwig and the angry inch (John Cameron Mitchell, 2001). Este curioso y transgresor film es la adaptación de un musical del off Broadway de 1998, también creado por Mitchell. A partir de su estreno, Hedwig… se convirtió en ícono por varias razones: estéticamente retrata el mundo under trans a la perfección, incluso innovando y marcando tendencias estéticas para el cine venidero; es una interesante y profunda manifestación dentro del cine queer (ya Mitchell pertenecía a un grupo de cineastas y artistas promotores de este cine); pero principalmente Hedwig… es un llamado a la libertad de ser y libertad de expresión. John Cameron Mitchell nos lleva al extremo de lo tabú, de aquello que los sectores conservadores de la sociedad encuentran aberrante o antinatural, él recorre esos espacios, los potencia y transgrede todo lo establecido. Pero principalmente, su película expresa dos grandes y universales búsquedas: la de uno mismo y la de su otra mitad. Hedwig (John Cameron Mitchell) es una cantante y diva transexual de punk rock que viaja por Estados Unidos con su banda The Angry Inch, contándonos su historia y siguiendo los pasos del cantante Tommy Gnosis (Michael Pitt), quien era amante suyo y robó sus canciones. Hedwig, lidiando con su “pulgada enojada” producto de la fallida operación de cambio de sexo, nos lleva en el camino de conocimiento de sí misma, intentando sobrellevar los avatares de la identidad y el amor. Hedwig… es de esas películas que nos identifican a todos; y creo ese es justamente el punto de Mitchell: recurre a lo raro, a lo transgresor, a lo freak, para mostrar una temática más que universal y que sucede a todos y del mismo modo, el amor y la búsqueda de uno mismo. Igualmente, la temática queer está más que presente; la transexualidad, el travestismo, la homosexualidad, la heterosexualidad, cada uno se pone sobre el tapete y sin tapujos pero también se entremezclan y se redefinen.
Hedwig explota su costado femenino y masculino todo el tiempo y juega con eso. En sí, lo que se busca expresar en la historia es que el amor es ajeno a cualquiera de estas condiciones. Y así es como se pone de manifiesto la concepción dual que recorre toda la historia: la idea de la otra mitad. Hedwig va en busca de sí misma pero eso incluye necesariamente su otra mitad para concretarse. Pero esto no incluiría (como se pensaría tradicionalmente) una oposición de sexos, sino que tanto el masculino como el femenino habitan en una persona, y el amor va más allá de la sexualidad. Así, Mitchell rompe con los moldes del amor ideal, de los géneros definidos, de la sexualidad y del cuerpo como un factor determinante, aceptando distintas manifestaciones sexuales. John Cameron Mitchell pone todo de sí en este film oficiando de director, escritor, protagonista.
Es interesante cómo logra realizar un musical (género que no todos disfrutamos) sin aburrir e integrando las canciones al argumento de forma brillante. Sin dejar de lado el hecho de que la mayoría del repertorio se vuelve más que pegadizo e inolvidable. Podemos decir también, que este musical es una gran comedia dramática, muy agria por momentos pero también cómica en sus pasajes ridículos o sensibleros de más. El film tiene espacio para todo: comicidad, sensiblería, planteos existencialistas contundentes, etc. y todo encaja a la perfección. Hedwig es una mirada moderna y necesaria dentro del cine, que funciona como elemento de liberación y expresión de realidades.
Hedwig and the angry inch
2001 – John Cameron Mitchell