Después de su paso por el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata de este año, llega a salas La Botera, ópera prima de la realizadora Sabrina Blanco. La película cuenta la historia de Tati (Nicole Rivadero), una niña de 13 años que vive en la Isla Maciel junto a su padre. Según adelanta la sinopsis oficial, su deseo es ser botera: un oficio solo realizado por hombres.
La película se estrena en salas comerciales (Cinemark Palermo, Cine Cosmos, Hoyts Unicenter, Showcase Haedo, Showcase Norte, entre otros cines del país) este jueves 19 de diciembre. Además, estará en la cartelera de MALBA Cine todos los sábados de diciembre a las 18 h.
Su paso por la Competencia argentina del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata le significó a la película tres premios no oficiales: Mejor guion de película argentina de todas las competencias (entregado por Argentores, para Sabrina Blanco), Mejor actriz argentina de todas las competencias (entregado por Sagai, para Nicole Rivadero) y Mención especial a mejor película realizada por director/a latinoamericana hasta 35 años (entregado por FEISAL).
Podés ver el tráiler de La Botera al final de esta nota y repasar nuestra reseña en marco del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata:
“La ópera prima de Sabrina Blanco irrumpe en el festival con despojo y profundidad. La película tiene a Tati y a su adolescencia como protagonistas, que se desarrollan en un espacio que también cumple un rol fundamental. Rodado en Isla Maciel, el film sigue a Tati en sus problemáticas, deseos y finalmente en su empoderamiento. Con un equipo íntegramente compuesto por mujeres, la película ofrece una visión feminista que pondera la sororidad y el autodescubrimiento. Tanto en la historia como en la realización de la película, las mujeres desarrollan roles que históricamente fueron desempeñados por varones, y el simbolismo de los remos, que Tati aprende a usar a fuerza de escaparse de su casa y de desilusionarse con un amor, cobra más que sentido. La Botera es una película sensible y cercana a los procesos que vive su protagonista, con una cámara íntima y una documentación natural de la Isla Maciel, donde la cámara se vuelve una habitante más. No hay moral que juzgue los accionares de los personajes, que se mueven en este espacio que parece autoabastecerse permanentemente, con el fluir del agua como escenario constante.” – Julieta Aiello