Este jueves 2 de marzo se estrena en diferentes salas de nuestro país La piedad, la nueva película de Eduardo Casanova. El director español estrenó en 2017 su ópera prima, Pieles -una delirante fantasía en la que los cuerpos humanos se redefinen desde una visión grotesca- y ahora llega con su segundo film que ha logrado el aplauso del público y la crítica luego de su paso por festivales y cines internacionales.
Un deleite visual con un sello delirante
La piedad es una película que vuelve a entregarnos el sello delirante de Casanova, con un refinamiento en su dirección de arte que es un verdadero deleite visual. Tal como en Pieles, las locaciones, los vestuarios y los fabulosos decorados entran en contradicción con los aspectos desagradables y perversos que se están desarrollando en el guion.
“Mateo vive con su madre, Libertad, en un mundo color de rosa; un microcosmos que tiene precisamente dos habitantes, madre e hijo. Un día a Mateo le diagnostican cáncer…“, es la sinopsis (vía FilmAffinity). A partir de esta premisa, el director nos hace entrar en la intimidad de este vínculo familiar que se parece más a una dictadura que a otra cosa.
El elenco está encabezado por Ángela Molina, quien desempeña un papel avasallante, con un sinfín de neurosis, erotismo y amor enfermizo. Además, se le unen Manel Llunell, Ana Polvorosa, María León, Antonio Durán, Macarena Gómez, Daniel Freire, Songa Park, Alberto Jo Lee y Meteora Fontana.
La piedad pasó por el festival de Sitges en la Sección oficial de largometrajes y ciertamente despliega un interesante fantástico, a la vez que un dramatismo que relaja con sus sendos momentos de absurdo y de comedia incorrecta. Casanova, como en su ópera prima, nos presenta un mundo aparte en La piedad, un mundo que parece una casa de muñecas, con algunos momentos que revelan influencias de la densidad de Stanley Kubrick pero también de la ingenuidad de Wes Anderson.