Hace algunos años, el cine iraní era más bien desconocido para la mayoría del público occidental. Con la asunción del líder reformista Muhammad Jatami a fines de la década de los 90’s se abre en la república islámica, un periodo de mayor tolerancia para el tratamiento de temas antes vedados para el cine de aquel país, tales como el amor o la inclusión de mujeres protagonistas en algunas de ellas. El verdadero punto de inflexión en el reconocimiento internacional para los films de Irán ocurre en 1997 cuando Tam e Gilas de Abbas Kiarostami se alza ese año, con la Palma de Oro en Cannes, para sorpresa de muchos de los periodistas asistentes, la mayoría desconocedores del impulso fílmico proveniente del medio oriente. De ahí en adelante, se habló hasta de “moda” por la gran presencia de películas iraníes en los más importantes festivales cinematográficos de Europa, pero la verdad sea dicha, es que el aumento en la distribución se debió a la explosión de obras que si bien, no exponían algún debate de fondo sobre la religión o la política de país, si profundizaba en aspectos morales, aunque la mayoría de las veces, de formas muy sutil. El verdadero corolario a esta avalancha de reconocimientos se produjo en 2011, cuando fue premiada con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa a Una Separación (A Separation) de Asghar Farhadi. El cine de Irán había llegado definitivamente a Hollywood. Sin embargo, el director iraní se decidió a seguir contándonos historias de parejas quebradas, de amores incompletos, y de la esperanza como epílogo. Fruto de eso es El Pasado, que narra el retorno de Ahmad desde Teherán a París, con el fin de divorciarse de su mujer francesa, Marie. La vuelta de Ahmad es incómoda, pero busca cerrar un proceso que la vuelta a su nación natal, dejó inconclusa. Choca con el estallido del conflicto entre su ex mujer y su hija mayor (producto de un anterior relación de Marie), que Ahmad tratará de dilucidar, encontrándose casi sin querer, con una realidad que en parte fue la causante de su ruptura. A raíz del quiebre entre Marie y su hija, su nueva relación con Samir, de raíces árabes al igual que Ahmad, se destapa con las mismas falencias y fragilidades con que sucumbió la anterior. El Pasado es una película que nos muestra como aquello que creímos dejar atrás, nos vuelve a llamar, como si se tratase de un recordatorio en la agenda, y nos pide explicaciones para poder enfrentar las incertezas. Es la precariedad de los silencios o la huida intempestiva, lo que va dejando verdaderos huecos en el tiempo, que cada cierto tiempo, los personajes presentes deben llenar en la discusión, para apaciguar la incomodidad de no darle sentido a las situaciones. Hablamos de un drama de frentón, pero que Farhadi logra sortear con éxito para no vendernos una telenovela como la conocemos los latinoamericanos. Un ejercicio narrativo de gran altura, que cierra con una imagen que podría ser una fotografía, que solo pocos directores pueden entregar. Si bien se estrenó el año pasado en Francia, solo este año se pudo distribuir en muchos cines latinoamericanos, para suplir en parte la carencia de un cine de calidad en nuestras salas, como el que nos muestra esta sobrecogedora película que apela a leer siempre entre líneas las desgracias y miserias de cada núcleo humano, puertas adentro.