El director catalán Albert Serra estrenó en 2019 una de sus películas más osadas, conquistando al jurado de Cannes y entregando un film exquisito artísticamente y de gran provocación. Se trata de Liberté, sucesora de La muerte de Luis XIV, y se presentó en la pasada edición del Festival de Cannes en la sección Una cierta mirada, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado.
Como si se tratara de una obra de Sade, Liberté pone en escena a un grupo de libertinos que han sido expulsados de la corte de Luis XVI y huyen al bosque a desarrollar su libre sexualidad y practicar cruising. En una temporalidad situada en 1774, en años previos a la Revolución Francesa que llevará el concepto de “liberté” como unos de sus bastiones, la película ahonda en el vouyerismo, lo prohibido, el libre discurrir de las pasiones, las perversiones y la “falta de respeto” a los postulados de la corte. Frente al sinfín de códigos que componían el comportamiento cortesano, el bosque se vuelve ese lugar sin reglas, donde los cuerpos solo disfrutan.
La película tiene varios gérmenes previos en la misma obra del autor. Por un lado, la obra de teatro también titulada Liberté, estrenada en Berlín en 2018 y por otro, la instalación “Personalien”, que Serra montó en el Museo Reina Sofia, que mostraba una serie de pantallas con imágenes explícitas sexuales, cosa que la película lleva a un mayor extremo. Sobre la interacción y la experiencia del público con la instalación y la película, el director comenta:
“En ‘Personalien’ podías compartir, mientras que en Liberté hay una interpelación directa, la película efectúa sobre el espectador algo similar a un crimen.”
Es que Liberté trabaja con más vehemencia en sus imágenes e invita al espectador a una experiencia distinta sobre el libertinaje, la política y la sexualidad: “Me gusta más la película que la instalación, porque es más dura. Si en ‘Personalien’ había placer culpable por parte del espectador, y participabas un poco, aquí en Liberté la frontalidad de la pantalla lleva a la alteridad con los personajes. Y he podido contar algo más de esa evolución histórica, que yo he llevado hacia lo trash.”
El autor habla de su obra y expresa: “Es más transgresor lo que dicen que lo que se ve.” Desde el trabajo de ahondar en qué es la libertad realmente, qué es la provocación y en una intensa crítica social e histórica, Serra compone imágenes artísticas y pone en jaque al público, llevándolo a los límites de la belleza y el morbo. Tal vez la construcción narrativa del film es lo que menos agradó a la crítica, pegándose al estilo del director que, en este film, ofreció más mera provocación que narración.