Este año se cumple el aniversario número 20 del estreno de Legalmente rubia, una de las películas más recordadas del cine mainstream norteamericano de los años 2000. Reese Witherpoon ganó con el papel de la adorable Elle Woods un enorme y legitimado lugar en la comedia estadounidense y logró crear un personaje que se extendió por fuera de la película y llegó a convertirse en un ícono femenino de época y de la moda.
La historia es simple: Elle es una chica dispuesta a todo por reconquistar a su chico, quien la deja al comienzo del film porque ella no cuenta con las características suficientes para ser su esposa. Desde el principio, odiamos al ex. Lejos de desenamorarse, Elle encuentra como salida posible para la conquista anotarse en la escuela de leyes de Harvard y convertirse en una prestigiosa abogada; pero claro, es una chica que viste de rosa, rubia y con voz finita que cumple con todos los estereotipos de la “chica tonta”. Como gran parte de las comedias románticas hollywoodenses de estos años, esos estereotipos son desandados hasta donde lo permiten el mainstream y la coyuntura.
Estrenada en 2001 y dirigida por Robert Luketic, la película fue un verdadero éxito de taquilla sostenido, sobre todo, por la construcción de la protagonista y la actuación de Witherspoon. La trama plantea que todo lo que una chica se proponga, puede hacerlo. Aunque desde nuestros días queda demodé pensar que el objetivo de un título universitario se resume a ser la indicada para un chico, eso es algo que Elle Woods irá transformando con el correr del metraje: se vuelve una verdadera apasionada del derecho y descubre que las cualidades que parecían alejarla de esta profesión son las que la hacen sobresalir. Vale mencionar también el momento de acoso laboral que vive la protagonista por parte de un profesor, algo que no solo decide expresar sino que también la lleva a renunciar con una actitud muy lejana a la de víctima. Así, también se pone en juego la crítica a los estereotipos en relación a la tradición del derecho y se relativiza la idea de quiénes son las personas legitimadas para convertirse en abogados.
El feminismo está abordado desde varios puntos en esta película. Uno de ellos es la sororidad, el cimiento de la relación que tiene la protagonista con su manicura (una genial Jennifer Coolidge, más conocida como “La mamá de Stifler”). Ambas han sido decepcionadas por los hombres y es en su unión que encuentran la fuerza para enfrentarse a ellos. Otra relación sostenida por la sororidad, y tal vez más importante, es la que Elle tiene con Vivian (Selma Blair), la chica perfecta que en ese momento está comprometida con su ex. Si bien al comienzo se vinculan desde una salvaje competencia, luego se unirán no solo desde su profesión sino desde la camaradería.
Una mención aparte merece el vestuario de Legalmente rubia. El rosa es el color rector en el film y Elle se parece en muchos momento a una Barbie, pero sus looks son tan extravagantes como icónicos. Este fue uno de los puntos que más legendaria volvió a la película y la apreciación de la cantidad de outfits kitsch que desfilan frente a la cámara son un verdadero banquete estético.
Legalmente rubia es de esas películas que funcionan tanto para una pijamada en la pubertad como para hablar sobre mujeres, profesionalismo, estereotipos y feminismo. Si bien, desde una perspectiva actual, son varios los aspectos que podemos observar de manera crítica, también es válido considerar que la comedia en el cine fue por muchos años potestad de los hombres, así como los roles de las mujeres en los films hollywoodenses estaban muchas veces determinados a ser los de una simple enamorada. Esta película se asienta sobre esas bases pero las subvierte en muchos sentidos y encuentra el empoderamiento de la “rubia tonta” en la profesión, la pasión y bueno, también el amor.