El Festival Internacional de Cine de Venecia homenajeó al gran director español Pedro Almodóvar por su gran legado cinematográfico con el León de Oro a la Trayectoria. Fue Lucrecia Martel, realizadora argentina y presidenta del jurado de esta edición del festival que emitió un discurso cubierto de cariño, admiración y respeto hacia su colega.
Martel viene trabajando con Almódovar desde hace varios años. El director español quedó fascinado con su ópera prima, La Ciénaga, y a partir de allí funcionó como productor del resto de sus películas.
Previo a que entregarle el premio León de Oro a la Trayectoria, Martel pronunció palabras justas y poéticas, recorriendo el gran aporte de Almodóvar al cine, la cultura y la sociedad, al tiempo que hizo referencias a sus obras, a su estilo propio y a la celebración de las minorías. Entre lágrimas, que a veces la obligaban a pausar sus palabras, la directora salteña remarcó la función social y cultural del cine y, especialmente, claro, el de Almodóvar.
“Sus películas inauguraron territorios donde se puede vivir mejor. Pedro, ahora que la ultra derecha se levanta en el mundo como si nada hubiera pasado, ahora más que nunca lo necesitamos. Porque seguimos mojando nuestras bikinis en un mar de muertos”, esgrimió Martel seguida de una gran ovación del público presente.
El director acaba de estrenar Dolor y Gloria, un film con rasgos autobiográficos que también propone un recorrido y un análisis de su propia carrera: “Esos livings de empapelados desquiciados, los enfermeros amantes, esas alfombras de animal print, los peinados con spray, las mujeres asimétricas, los aros de cafetera, nos hicieron más libres. Nos liberaron del buen gusto, de la buena educación, de la moral mezquina de los que se llaman a sí mismos normales”, continuó la realizadora.
Haciendo referencia a la importancia medular de la figura de las mujeres y las minorías sexuales en los films de Pedro, Martel lanzó una frase contundente: “Mucho antes de que las mujeres, los homosexuales, las trans, nos hartáramos en masa del miserable lugar que teníamos en la historia, Pedro ya nos había hecho heroínas. Ya había reivindicado el derecho a inventarnos a nosotras mismas. Ya había puesto las prótesis de mamas, los dildos, al lado de un cucharón, o una olla de vapor, al mismo nivel que cualquier cosa útil.”
Mirá el discurso completo a continuación: