Netflix acaba de estrenar Maestro, una biopic dirigida y protagonizada por Bradley Cooper, quien interpreta al prolífico y reconocido compositor Leonard Bernstein. Desde el registro de diferentes momentos de su vida, la película no se centra tanto en su carrera profesional como sí en su relación amorosa con Felicia Montealegre, interpretada por Carey Mulligan.
La esposa y madre de los hijos de Bernstein fue una figura fundamental para su vida y su carrera, ya que dejó de lado sus propios deseos y su trayectoria como actriz para convertirse en el sostén del músico, quien pudo llegar a lo más alto como compositor y director de orquesta. A continuación, un repaso por los aspectos más conocidos de esta historia real que llegó a la pantalla en Maestro.
Crónica de un matrimonio tumultuoso
Este matrimonio fue tumultuoso y estuvo signado por la homosexualidad de Bernstein, por lo que la historia pone el foco en la ruptura de los estereotipos de época y la apertura mental y sentimental frente a las elecciones y las identidades. Muchos aspectos de la relación entre Bernstein y Montealegre se conocieron a través de cartas que ella escribió, sobre todo una que data de la década del 50 y que fue publicada en 2014 en The Leonard Bernstein Letters.
La doble vida de Bernstein
En las cartas ella habla de su decisión de seguir casada con el compositor a pesar de saber que era gay y que llevaba una doble vida acostándose con hombres. “Eres homosexual y es posible que nunca cambies. No admites la posibilidad de llevar una doble vida, pero si tu tranquilidad, tu salud y todo tu sistema nervioso dependen de un determinado patrón sexual, ¿qué más puedes hacer?“, expresaba en la misiva.
Un vínculo basado en el amor incondicional
La compleja relación de la pareja implicó el consentimiento de Montealegre para que su marido tuviera relaciones extramatrimoniales: “Estoy dispuesta a aceptarte tal y como eres, sin ser una mártir… intentaremos ver qué ocurre si eres libre de hacer lo que quieras, pero sin tener culpa ni confesarlo“, decía. Maestro muestra esta relación que, a pesar de ser una pantalla en muchos aspectos, también estaba fundada en un potente amor mutuo, que fue lo que los llevó a permanecer juntos. Además, era latente la homofobia que reinaba en los años 40 y 50 en Estados Unidos.