Martin Scorsese ha sabido tomar lo mejor de sus influencias y de su cinefilia para crear un cine con sello propio pero que exuda diversas referencias y en el que se cuelan diferentes tradiciones del séptimo arte. La violencia es un componente que está presente en varias de sus películas y está abordada con conciencia narrativa y estética.
La inclusión de momentos violentos en films de Hollywood ha sido controversial e incluso prohibida durante muchos años. Sin embargo, los tiempos cambiaron y directores como Quentin Tarantino la han presentado desde una visión estilizada sin causar demasiado alboroto.
La violencia no siempre es un capricho sin fundamento o una mera herramienta sensacionalista. Para muchos directores tiene un fin estético, narrativo, transgresor y sensorial. Este es el caso del climax de La pandilla salvaje (1969) de Sam Peckinpah, en el que hay una extensa secuencia de enfrentamiento armado, sangre explícita y muerte.
Scorsese explicó por qué esta secuencia produce estimulación y emoción en el público y cómo lo influenció en su cine. En diálogo con Rolling Stone desarrolló:
“No puedes evitar que la gente se sienta estimulada por la violencia en La pandilla salvaje. Pero la estimulación de la violencia al final de La pandilla salvaje y en Taxi Driver -y sé cómo se filmó porque yo la filmé y la diseñé- está también en la creación de esa escena en la edición, en los movimientos de cámara, en el uso de la música y de los efectos de sonido, y en el movimiento de los personajes dentro del cuadro”.
La secuencia de La pandilla salvaje se presenta como un clásico del cine y Scorsese la definió como “una de las secuencias más estimulantes del cine de todos los tiempos y una de las grandes secuencias coreográficas. Es ballet”.