Entre tanto cine que se copia de otros, tantas historias sin sentido que sólo buscan obnubilar con lo visual, historias ya contadas con una vuelta de tuerca poco convincente, aparece en el escenario cinematográfico el nuevo trabajo del aclamado realizador Lars Von Trier: Melancolía (Melancholia, Lars Von Trier, 2011). Nos encontramos ante un film provocador, innovador… brillante. Es ese tipo de películas que te descolocan de la rutina, que después de verlas tardás un rato en volver a la normalidad; tu cabeza da vueltas buscando explicaciones, recordando imágenes. Y creo que esto es una de las funciones más importantes del cine: moverlo del lugar del entretenimiento banal e involucrarlo en una práctica intelectual donde el espectador también forme parte del film. Melancolía lo logra de maravilla. La historia es bastante simple: Justine (Kirsten Dunst) y su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg) tienen una relación bastante particular que va mutando mientras el planeta “Melancolía” se acerca a la Tierra y amenaza colisionar. Para hablar de una película con tantos condimentos se hace difícil saber por dónde empezar. Pero creo que lo mejor es hablar de la división cuasi literaria del film: al igual que Anticristo (el film previo del director), Melancolía comienza con un prólogo que consta de bellísimas imágenes acompañadas de una música celestial. Entre la calidad de las imágenes oníricas y la imponencia de la música, el comienzo de la película resulta fundamental en relación al final. Luego se divide en primera y segunda parte, las cuales corresponden a la mirada y a la percepción que tienen del fenómeno de “Melancolía” Justine y Claire, respectivamente. Entonces vemos cómo el film, en sí se concentra en las subjetividades de cada una de las hermanas, en los sentimientos que se despiertan en su interior a partir de la posible colisión. Y esto se vuelve más notable si pensamos en el hecho de que las únicas personas que parecen sufrir este “fin del mundo” son las dos hermanas y el esposo e hijo de Claire. Pareciera como si no estuviera situada en ninguna sociedad, como si no hubiera un afuera, un extra a ellos.
En relación a lo anterior, podemos hablar de una atmósfera irreal que se mezcla todo el tiempo con la realidad. Las hermanas tienen una sensibilidad diferente, que las lleva a sentir la naturaleza y más específicamente “Melancolía” de otra manera. Uno de los elementos más llamativos del film, que salta a la vista ya desde el tráiler y el cartel es el gran cuidado y trabajo estético que se pone en escena. La película es todo el tiempo bella. Los interiores son sumamente imponentes y perfectos. Los espacios naturales parecen haber sido doblemente embellecidos. La iluminación y el trabajo de cámara están logrados a la perfección. Creo que sería pertinente no dejar de lado el título. A cualquiera le llama la atención un título como Melancolía; pero lo interesante del planteo del director es el hecho de retratar el apocalipsis como un choque y una explosión: la Tierra contra Melancolía, morir estrellado por la melancolía. Pero es una melancolía bella, la más bella. De hecho (sin ser spoiler) la secuencia final es uno de los momentos más hermosos y emotivos del film. Melancolía se presenta como una experiencia perfecta, un viaje a un mundo en el que la tristeza y la belleza son una sola. En tiempos donde el apocalipsis está tan en boga vale la pena imaginarlo tan hermoso.