Pensar en los corrales de la mente lleva a diferentes rincones donde ese recuerdo se vuelve tan pequeño y tan perfecto que produce la necesidad de, por un lado, hacer lugar, correr la masa y respirar; y por otro lado, más importante quizás, contar una historia. Un relato de los días en aquel corral siempre presente como lo es el colegio, cuando la sociedad vive en rebaños y siempre existe la figura de la oveja negra, la desarraigada, la que quiere morder pero no sabe cómo. Vivir entre corrales va cerrando la idea, delimitando su espacio como un agrimensor en cada plano, por más de los montones de corrales que existan en la memoria, la película quiere contar uno solo: El corral del colegio con todas sus ovejas uniformadas, repitiendo día a día la misma rutina, la misma estupidez, para luego salir de la presión escolar e ir todos a amontonarse a otro lugar, no importa donde, si en el boliche o en una montaña en la luna, lo que importa es aquella necesidad social de movernos en manadas como lo hacen los animales. La escuela es un perfecto ejemplo para luego pasar a grandes escalas ya que es de las primeras interacciones que tenemos con un grupo fuera del ámbito familiar.
La película juega con el tiempo a partir de que una voz en off, la del protagonista nos lleva desde su primera persona a lo que fue, un joven antisocial, malo en los deportes y poeta, por suerte poeta para encontrar en la poesía un desahogo por más de encontrar la burla de las demás ovejas en el corral, hasta que un día traen a otra oveja negra para que pastoree pero sin embargo se queda bajo la sombra mirando a las demás con discriminación. Esta oveja negra tiene el valor de enfrentar a las demás que mientras se le ríen porque es diferente, esta se le ríe porque las demás son todas muy iguales. Esta oveja negra, negra literal porque el blanco dice no sentarle muy bien, filosofía rebelde, punki, encuentra en la oveja negra protagonista, más que amistad, complicidad, mientras que la oscuridad de esta no viene de la mano con la destrucción del rebaño, sino con la tristeza de no adaptación. Pero en la distancia del corral encuentran muchos puntos en común donde estos no se van entrelazando, sino que se va generando una situación más bien de dominación, que se vuelve indiscernible la empatía con el extremo más extremo del corral. Es la historia de aquellos días en el medio, de ser color gris por no poder ser blanco ni negro. Un gris angustia joven, nostalgia reflexiva de un cuerpo que no vemos, sino que sólo imaginamos cómo es esa oveja al crecer y salir del corral, ¿en qué corral se encierra ahora?
La historia se narra de una forma clásica brindando elementos divertidos hasta llegar a la tensión de saberes con el espectador. Los personajes con personalidades que llegan hasta casi el cliché sirven para contraponer fuerzas que se aprietan en el montón. Con música de Maxi Prietto de Los Espíritus quien colabora con un universo sonoro que complementa perfectamente la narrativa de la historia donde se cuenta aquellos días grises que se volvieron negros y se pintaron de blanco por obligación.
Después de su paso por BAFICI (leer reseña), la película está ahora en cartelera.