Basta con haber visto alguno de los documentales de Néstor Frenkel para entender que no había mejor guía para adentrarse en el fenómeno alrededor de la película argentina Un buen día (2010). El director y guionista se ganó un reconocimiento como uno de los cineastas más creativos y singulares de la escena nacional, gracias a su mirada disruptiva y libre de prejuicios para contar historias que unen lo cotidiano con lo disparatado.
El hilo conductor de la obra de Frenkel es contar historias fuera de lo común, curiosidad que lo ha llevado a investigar la vida del artista Federico Manuel Peralta Ramos en El coso (2022), como también a sacar del anonimato a los conductores de una radio zonal que se gestionaban sus propios premios en Los ganadores (2018), o a diferentes intérpretes de Papá Noel en Todo el año es Navidad (2018).
Siguiendo esta lógica, y si de fuera de lo común se trata, su lente llegó a preguntarse por esa gema del cine nacional que es Un buen día. “Te voy a ser totalmente sincero: el documental no sale por la película misma sino por toda la historia que hay a su alrededor y por los personajes -admite Frenkel en conversación con Indie Hoy-. De hecho, durante mucho tiempo avancé con el documental sin haber visto la película”.
Es que Un buen día no es una película más. La cinta de Nicolás Del Boca, protagonizada por Aníbal Silveyra y Lucía Polak, que cuenta la historia de dos argentinos que viven en Estados Unidos y se encuentran una tarde para empezar un pseudo romance, es reconocida para algunos como la peor película de la historia argentina y para otros, como un objeto de culto y devoción. Son estos últimos a los que, lejos de importarle que el film duró solo cinco días en cartelera producto de su fracaso en taquilla, la película les motivó formar el “Grupo de apreciación de Un buen día” y hasta la creación de un fanfilm.
Diálogos inverosímiles, actuaciones exageradas, frases del calibre de “el tiempo es todo el tiempo” y un plot twist impactante navegan en el ecosistema digital a través de miles de memes y videos. Los mismos que hoy se materializan también en Después de un buen día, el documental dirigido por Frenkel que nace de la misma pregunta que todos nos hicimos después de ver la película: ¿qué pasó después?
¿Cómo nace la idea del documental? ¿Qué te motivó a empezar con este proyecto?
En primer lugar, todo lo que se generó alrededor de Un buen día me llamó la atención, pero también saber que sus creadores no eran personas comunes. La historia de la familia Del Boca, todo lo que traían ellos atrás, me parecía que enriquecía mucho al relato, tenía una cantidad de condimentos muy importantes para que esta historia sea contada. Después estaban los fans, yo ya conocía a algunos y me contaban que se filmaban y todo eso, entonces les dije: “tienen que hacer un documental” a lo que me respondieron “nosotros estamos adentro”. Y bueno, eso terminó de tentarme a contar esta historia con todas estas cuestiones y particularidades. Y como te decía, empecé a hacerla sin ver la película, hasta un momento que dije: “esto es el colmo”, y la vi, pero creo que estuvo bien que el proceso sea así. De hecho, en la primera idea del documental la película casi no iba a aparecer, era como contar un gran fantasma. Pero esas ideas extremas, en mí por lo menos, duran muy poco y después priorizo el sentido común, no soy tan extremo con mis decisiones. Así que me dije que, si era un documental de la película, la película tiene que estar. Es como René Lavand, tienen que estar los trucos. No podía poner una idea por encima de eso.
En el tráiler del documental podemos ver testimonios de fans, pero también de quienes hicieron la película, guionista, actores… ¿Cómo fue el acercamiento con ellos? ¿Cómo hacerles revivir Un buen día?
Al haber fallecido el director, Nicolás Del Boca, del que en el documental tenemos solo material de archivo, el verdadero protagonista de mi película es Enrique Torres, que es el guionista, creador y productor. Que sería el yerno del director, marido de Anabella Del Boca y cuñado de Andrea. Entonces yo digo, con todas las distancias poéticas, que Un buen día es una especie de película autobiográfica para él. Está también su mujer, está Andrea del Boca y está el actor [Aníbal Silveyra]. La actriz [Lucía Polak] no quiso participar, intenté contactarla por una amiga en común y nunca me mandó ninguna respuesta, así que entendí que esa era la respuesta, no insistí demasiado porque tenía lógica que no quiera reflotar toda esa historia y la respeté, por supuesto. Todos tienen derecho a querer aparecer o no, a querer recordar o no y esto fue una experiencia traumática. En el film, Enrique Torres demuestra su grandeza y genialidad, es un tipo encantador con una visión positiva de la vida, de su vida, de todo lo que logró. Cuando los fans me contaron toda esta historia, yo dije “quiero hablar con Enrique y si él está de acuerdo hay película y si no, no”. Por suerte lo contacté y enseguida me dijo que sí, estuvo a favor desde el minuto uno, no tuve que convencerlo para nada. Se puso de mi lado y yo de su lado, con todas las distancias que un documentalista debe tener o que a mí me gusta tener. No hago películas para hacerme amigo o ponerme de ningún lado, pero bueno, obviamente hay un factor humano que siempre está en juego. Pero yo intento no levantar ninguna bandera, cada uno va a sacar sus propias conclusiones.
¿Cómo fue el acercamiento con Aníbal Silveyra?
Fue súper intenso, él enseguida estuvo de acuerdo, pero también fue el que más sufrió, su imagen fue la que más trascendió. Hay memes, videos, mucha gente riéndose de su actuación, de su aspecto y demás. Él fue el que más, creo, sufrió. Y este documental, como muchas veces pasa, también tiene algo de catarsis, de poder volver a hablar de la experiencia, contarla, revisarla, dejar una constancia de cuál fue su experiencia. Así que fue movilizante, calculo que para él más, pero súper interesante. Y por otro lado los fans, es otro capítulo, otra zona, con ellos el clima fue festivo.
Se puede decir entonces que la película se divide en dos partes: una más festiva con los fans y otra en la que vamos a encontrar diferentes matices, ¿no?
Tal cual, pasa por varios matices. Hay una parte que es puramente comedia y después cada uno podrá ver con sus ojos, sacar conclusiones o hacerse las preguntas que le surjan acerca de los placeres culposos, el consumo irónico, el amor al arte y todo eso.
Algo que suele pasar en tus películas, pensando en Los ganadores o en Todo el año es Navidad, es que el espectador transite por momentos de risa y en otros lo invada una sensación rara, de tristeza quizás… ¿Pensás que va a pasar algo similar con este documental?
Como te decía, yo intento no levantar ninguna bandera, en este caso yo no hago Después de un buen día para que el espectador diga: “al final la película era buena” o que se sienta mal porque se rió de un ser humano. Todo eso está metido acá adentro y cada uno verá dónde se para. Me parece más rico trabajar en una zona ambigua, donde al espectador le pasen cosas diferentes, esa contradicción. Y que te pase cuando te pase, yo no digo al hacer la película: “ahora acá le voy a poner unas gotitas de vergüenza ajena y después de empatía y algo emocionante para hacerte llorar”. Me parece que lo más lindo que hay es esto de las emociones mezcladas y los pensamientos que te puedan surgir a vos sobre vos, sobre mí y sobre las personas de la película. Trabajo en el límite de lo que está bien y lo que está mal, entre la comedia y la tragedia, para que cada espectador se identifique como quiera. En mi cine no hay un manual para saber cuándo hay que reír o llorar.
Después de un buen día se va a estrenar en el próximo BAFICI. Teniendo en cuenta la actualidad argentina y el destrato con la cultura por estos tiempos, ¿sentís que esta edición del festival va a ser especial o diferente?
Pareciera que hoy ver una película argentina subvencionada por el INCAA, en el cine Gaumont, en el marco de un festival de cine, es un hecho político, casi subversivo. Más allá de que el Gobierno de la Ciudad está alineado con el Nacional y no creo que en el BAFICI habite un hecho revolucionario, el hecho en sí mismo ya lo es. Creo que va a tener ese color porque hay una energía dando vueltas nunca vista. El clima que hay es como que estamos intentando rescatar algo debajo de una bomba nuclear. Pero bueno, cada cosa se resignifica, los hechos se resignifican con los momentos. Yo no sé qué lectura se le dará a este documental, pero creo que quizás sea un poco esa, la de rescatar al arte, que el arte tiene un valor en sí mismo no solamente mensurable por las entradas vendidas. De hecho, este es un ejemplo de una película que en su momento fue un gran fracaso y después parió diálogo, ideas, miles de personas mirándola en sus casas, reuniones. Y también parió dos películas más, ésta y el fanfilm, una locura que aparece en el documental también. Una película que hace 15 años fue un fracaso nos tiene hoy a vos y a mí hablando, eso demuestra que el arte camina por lugares distintos y hay que aceptar eso.
Para quienes no puedan verla en el BAFICI, ¿qué recorrido tendrá el documental después del festival?
La peli luego se va a estrenar en el Centro Cultural San Martín. También en Rosario, Córdoba y después en el Gaumont. En el San Martín se va a poder ver también una retrospectiva de otras películas mías, Los ganadores, por ejemplo, y otras más.
Y hablando de retrospectiva, ¿cómo llegas a estos temas tan diferentes y originales en tus películas?
Los temas están buenos que sean interesantes, que haya una buena historia para contar. Pero a mí lo que más me gusta es retratar personas, personas que fueron atravesadas por diferentes situaciones. A mí me gusta reconstruirlas y ver cómo se paran frente a una cámara. La fuerza del cine documental es ese registro.
En el tráiler del documental decís que es una película sobre los placeres culposos. ¿Cuáles son los tuyos?
La realidad es que descreo de ese concepto, me resulta un tanto moralista. Y justamente es parte de mi trabajo, mi trabajo está puesto ahí. Si te gusta no hay culpa. Si te reíste, bueno, preguntate por qué te reís. La culpa trabajala en terapia o sacátela de encima. “Placer culposo” es un concepto negativo, para hacer chistes está bien, pero me parece un concepto negativo. El consumo irónico es el vestido de fiesta del placer culposo, es cuando uno dice “esto no me puede gustar, me da culpa que me guste entonces me rio de este sentimiento”. Entiendo que todo eso existe dentro de uno, pero la realidad, para mí, es que si lo consumís te gustó.
Después de un buen día se proyectará en el BAFICI el viernes 19 de abril a las 21:35 h en el cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA), el domingo 21 a las 14:10 h en Cinépolis Plaza Houssay (Av. Córdoba 2135, CABA) y el lunes 22 a las 17:10 h en la misma sala; entradas disponibles a través del sitio del festival.