La nueva película de Martín Hodara viene conquistando al público argentino como una avalancha. El realizador, que ya había trabajado como asistente de dirección para Bielinsky en Nueve Reinas y El Aura, estrena su primer film íntegramente propio. Nieve negra es una co-producción argentino española y cuenta con un enorme presupuesto que hace del film una megaproducción (4 millones de dólares), con la mayoría de sus locaciones en los Pirineos y algunas en la Patagonia argentina. Además, la película reúne dos de los actores más cotizados en la Argentina: Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia; este último conformando una excelente dupla con la española Laia Costa. Además contamos con la yapa del gran Federico Luppi en una participación especial.
El planteo inicial lo pone a Marcos (Sbaraglia) viajando desde España a Argentina junto a su esposa para despedirse de su padre recientemente fallecido, cremarlo y ocuparse de persuadir a su hermano Salvador (Darín) de vender las tierras que representan su herencia. Al llegar a su tierra natal se encuentra con su hermana (Dolores Fonzi) internada en un neuropsiquiátrico, las tierras familiares solicitadas por canadienses, su hermano viviendo en la densa nieve y un puñado de recuerdos confusos.
Salvador es un ermitaño que caza su propia comida, vive en el medio del bosque y no se alegra para nada de recibir a su hermano y cuñada.
La narración juega con la técnica de flashback para mostrarnos poco a poco la infancia de los personajes, a través de los descubrimientos en retazos que va haciendo Laura, la esposa de Marcos: el padre mano dura, la relación entre hermanos, los secretos en medio de la inmaculada nieve y las mentiras. En esta reconstrucción el personaje de Laura es fundamental, ya que es la única outsider y encima es curiosa; así que se ensaña en conocer la verdad tomando las riendas de una investigación sobre aquellas cosas que “no se preguntan”.
La película funciona de maravilla, tanto dentro del cine nacional como película for export. El paisaje es un componente fundamental, con increíbles colores y una presencia permanentemente amenazadora, aún más helado que el vínculo entre estos dos hermanos. Los climas se manejan con suspenso e incertidumbre, mientras el espectador intenta reconstruir las piezas de la historia familiar y descifrar quién es el bueno y quién es el malo. Con todos los tintes de un thriller psicológico y del drama, Nieve negra capta la atención del espectador por casi dos horas mientras se intenta destejer la intrincada relación de hermanos que descansa sobre un pasado tormentoso.