Hoy recomendamos la película No, de Pablo Larraín, primer film chileno en ser nominado al Oscar en la categoría de Mejor Película de habla no inglesa. Protagonizada por Gael García Bernal, la película recrea la campaña publicitaria y propagandística del No en el plebiscito de 1988 para derrocar al dictador Augusto Pinochet, que ocupaba el poder desde hacía quince años. La película muestra la competencia entre las campañas del SÍ y el NO que tendrán todos los días quince minutos por televisión para ofrecer sus propuestas e ir combatiendo mediante el ingenio, la creatividad y la ponderación ideológica. Uno de los aspectos más acabados del film es la ambientación. A partir del montaje, vestuarios, caracterización, lenguaje, el film logra de maravilla recrear esta época tan particular no sólo para la nación chilena sino para los países latinoamericanos en general. A esto se le suma el ambiente de dictadura en el que se vive, a pesar de la posibilidad constitucional que representa el plebiscito; el miedo, la prohibición, persecuciones, violencia y censura es el sentimiento con el que comienza la película y con el avance de la campaña va mutando. Justamente, la campaña del NO se opone al régimen de Pinochet a partir de la premisa de la felicidad: el jingle reza “Chile, la alegría ya viene” cantado por un pueblo esperanzado y alegre, bailarines, niños jugando, etc. Esto generará las disidencias incluso dentro del mismo equipo; se oponen las visiones más afectadas por la dictadura que proponen encarar la campaña desde el dolor o crear conciencia, otros plantean la mirada hacia adelante, la venta de un futuro mejor. Es interesante también cómo el film revela el papel fundamental que ocupan los medios de comunicación dentro de un cambio político tan drástico, de una liberación. La televisión aparece como el medio más masivo, fácil y directo para llegar a todos, la forma de persuasión más efectiva. En este sentido el personaje de García Bernal es representante de todo lo nuevo, de la mirada joven, es un creativo publicitario que encara un proyecto de propaganda política desde una óptica publicitaria, de vender un producto de mejoría para la sociedad. Así, como telón de fondo de la historia se van mostrando las distintas posiciones de los ciudadanos que viven desde su individualidad la importancia del cambio o la continuación de un régimen que los “ampara”. La película logra retratar de maravilla un momento histórico de alta relevancia, sin aburrir ya que la lucha entre el SÍ y el NO se va haciendo cada vez más intensa y descarnada, mientras cada band saca a relucir sus mejores tácticas, creando así una gran tensión narrativa. Los ideales a flor de piel, la necesidad del cambio y la felicidad se chocan con las ideas conservadoras de derecha y un grupo que intenta a toda costa perpetuar un poder asfixiante y caduco. El discurso del régimen es revertido, apelando a la sensibilidad direccionada a los aspectos más elementales y simples de la vida: vivir en paz, en felicidad y libertad. Idea un tanto hippie pero que contrasta fuertemente con las ideas de orden y represión bien tradicionales y anquilosadas de la campaña del SÍ.
No
2012 – Pablo Larraín