Mirarse a uno mismo puede ser una de las tareas más difíciles para el ser humano, encontrarse con la verdad puede convertirse en un evento destructivo. Susan (Amy Adams), lleva años viviendo una vida alienada y de completa abulia; se ha convertido en una de sus peores pesadillas: su madre. Vive en una estética vida de infelicidad y, habiendo pasado años escapando de sus propios fantasmas, un regalo extraordinario la sumergirá en una vorágine sin retorno.
La nueva película del múltiple artista Tom Ford, basada en la novela de Austin Wright Tony and Susan, son varias historias para en realidad contar la misma, es una película dentro de otra, con personajes que se desdoblan y temporalidades que se entremezclan. Somos espectadores de la historia en tiempo presente de Susan, que habita el mundo de los coleccionistas, galeristas y artistas de un frívolo mundo burgués, basado en bellos y modernos ambientes, fiestas y finísimas ropas. Por otro lado, nos metemos junto a ella en el mundo de “Animales Nocturnos”, la novela de Edward (Jake Gyllenhaal), su ex marido, que a su vez será Tony, el protagonista de esta novela. Mediante todas estas capas de intertextualidad, vamos armando poco a poco el pasado de Susan, conociendo sus secretos oscuros al tiempo que ella va sufriendo una crisis al encontrarse con su otro yo reflejado en esta perturbadora novela.
Amy Adams brilla en un papel complejo y muy logrado, ya que en menos de dos horas de cinta de logra dar cuenta de las variadas facetas del personaje, descripto profundamente. Su rostro refleja la tristeza perpetua y sus ojos aniñados inspiran una agria ternura. La elegancia en el vestuario y estilismo contrasta con la fragilidad de un personaje desamparado y atormentado por su pasado. En el libro ve su reflejo, no la deja dormir, se va convirtiendo en un animal nocturno, se asusta de la bestialidad de los personajes y hechos descriptos, pero se asusta de ella misma. Este espejo terrorífico la perturba y le hace replantearse todas las esferas de su vida, mientras cada una de ellas se va derrumbando.
El film tiene un excelente manejo del suspenso psicológico, sobre todo porque por momentos parece que viéramos dos películas distintas: la vida de Susan y la historia de Animales Nocturnos. Se conjuga el dramatismo europeo de la primera con el frenetismo típico de una historia clásica de venganza de la segunda.
Nocturnal Animals cuenta una formidable historia, con una forma de relato al menos vanguardista y al mismo tiempo logra tocar distintas problemáticas: como la representatividad en el arte, la función misma del arte a partir de la comparación de las obras abstractas y modernas de Susan y la obra ultra personal y como medio para decir lo nunca dicho. Edward usa la ficción como medio para nombrar lo real, para decirle a Susan todo lo que no pudo decir. Susan utiliza su arte plástico y escultural para seguir en concordancia con el snobismo, que es el precio que hay que pagar para pertenecer al mundo que “todos quisieran vivir”. Su vacuidad la está opacando cada vez más, luego de leer Animales Nocurnos vuelve a sentir algo después de mucho tiempo.