Nosferatu fue la primera adaptación al cine de la novela Drácula de Bram Stoker, aunque no de manera declarada. En 1922, el director alemán Friedrich Wilhelm Murnau lanzó la película de la mano de la productora Prana Film e hizo historia para siempre en materia de cine de terror.
¿Por qué se llamó Nosferatu?
Sin embargo, esta película podría haber quedado solo como una leyenda que unos pocos vieron, ya que fue materia de polémica y problemas legales. Lo cierto es que Murnau tomó como inspiración la obra de Stoker, pero no adquirió los derechos legales de la novela, algo que en la actualidad sería inconcebible.
Por eso, decidió llamar a su protagonista Conde Orlok (en vez de Drácula) y cambió los nombres del resto de los personajes, además de algunos detalles de la trama. En resumen, se trataba de la misma historia narrada por el escritor irlandés, pero disfrazada para evitar problemas.
La demanda que puso en riesgo su legado
Stoker ya había muerto cuando el film se estrenó, pero su viuda, Florence Balcombe, demandó a Prana Film por haber utilizado la historia sin permiso. Luego de un juicio, la productora se declaró en quiebra por no poder pagar la suma establecida por los derechos, lo cual derivó en que Balcombe poseyera todas las copias de la película de Murnau y las destruyera.
Afortunadamente para la historia del cine, no logró su cometido. Si bien fueron múltiples las copias destruidas, varias de ellas se salvaron y fueron a parar a Estados Unidos, lo que permitió que la película -uno de los máximos exponentes del expresionismo alemán- haya sobrevivido al paso del tiempo y a los avatares jurídicos.
En 1979, Werner Herzog hizo una remake de la misma y, semanas atrás, Robert Eggers estrenó su propia versión de Nosferatu, demostrando que, a más de un siglo de su creación, la cinta de Murnau continúa vigente.