La más reciente obra de Jim Jarmusch tiene como protagonistas a dos estilados vampiros. La inigualable Tilda Swinton y el atractivo Todd Hiddleston encarnan una pareja de vampiros, hastiados del mundo, subsumidos en su propio mundo oscuro, alejados de los humamos; y solo mantienen su existencia a partir de su amor que perdura por los siglos, y la sangre, obviamente. Only Lovers Left Alive es una película calma y desesperante al mismo tiempo. Los personajes viven el status quo de la muerte en vida y se logra transmitir de maravillas; buscan la diversión o distracción en cosas insólitas como beber sangre congelada en palito de helado. Su pasividad se convierte por momentos en enorme tristeza y soledad y el film cobra una tensión turbulenta. Adam es un músico deprimido con rutinas imperturbables, vive solo, siempre encerrado y detesta a los humanos. Después de un tiempo se reúne con su gran amor, su esposa, Eve, una mujer apacible, sumamente elegante que lo mantiene en pie. La hermética existencia de ambos se ve interrumpida por la llegada de la hermana de Eve, una adolescente inquieta y rebelde que solo viene a romper la paz. Realmente el film no parece tener una trama muy definida, es más bien una búsqueda y construcción de los personajes, como en muchas películas de Jarmusch. El centro de la historia son las subjetividades. Otro elemento central en este film es la estética. Se logra una iluminación excelente para crear espacios viciados y herméticos, que van en total conjunto con los personajes, sobre todo con Adam, que es en su hogar donde transcurre gran parte del relato. Él es un personaje sombrío, que viste siempre de negro, con una actitud reticente hacia el mundo, encerrado en su bunker, solo profesa amor hacia Eve; y el ambiente que se crea a su alrededor es concordante con este humor y sensibilidad. A esto se le suma la elegante estética de ambos vampiros: él en sus trajes rockeros y oscuros, gafas modernas, pelo y maquillaje seductor; Eve vistiendo telas que parecen acariciarnos a través de la pantalla, su inmaculada piel blanquísima, su excéntrico cabello y una actitud declaradamente femenina. Si bien hay una constante ostentación del estilo, dentro de la lógica de los personajes, se ve de modo natural y envolvente. Podríamos decir que, en general, el vampiro desde el imaginario popular, la literatura y el cine, se ha caracterizado por ser un sujeto refinado y elegante. Este es un film básicamente sobre el amor que al agregar el condimento vampírico la convierte en una historia sombría y fuera de lo esperado. Al plantear el amor entre vampiros, se está planteando la idea de amor eterno, aquel que supera las barreras temporales y espaciales, aquel que perdura a través de los siglos. Agregado a esto, Jarmusch construye el mundo de los amantes como único e impenetrable; Adam y Eve resumen el mundo a su vivencia del amor, el resto no importa y en cuanto penetra, se liquida. Entendemos que estos sujetos no tienen razón alguna para seguir viviendo, excepto la de su gran amor. Por supuesto que el componente fantástico y el mito de los vampiros agrega las características propias de este discurso: la imposibilidad de vivir de día (aspecto que coopera para que el ambiente del film sea oscuro), los avatares para conseguir su alimento, la reclusión frente al resto. Igualmente, la idea del vampiro inserto en la sociedad humana es un tópico que está instalado en el cine y la televisión de manera natural hace un par de años, y esta película sigue, en parte esa línea.