Ozzy Osbourne es un auténtico fanático del cine de terror. Apodado el Príncipe de las tinieblas, es portador de una estética gótica que podría ser el vestuario de un film de horror, al igual que las portadas de sus álbumes podrían ser el poster de una de ellas. Además, el nombre de su banda proviene de la película Black Sabbath de 1963, dirigida por el maestro italiano Mario Bava. El músico tiene un vínculo cercano con el cine de género pero hubo una película que logró enloquecerlo. Así relató en entrevista con Tenacious D para Metal Hammer, sobre la primera vez que vio El exorcista:
“Nuestro mánager vino a nosotros un día, cuando estábamos de gira, y nos dijo: ‘tienen que ver una película que se llama El exorcista‘. Nosotros dijimos ‘¿El exorcista’? ¿Qué significa eso?’ y él dijo: ‘solo véanla’. Estábamos en Filadelfia en un cine y nos estábamos cagando encima. Era demasiado real, estábamos aterrados. Ahí estábamos, los Black Sabbath y yo que soy el Príncipe de las tinieblas y todo eso, y tuvimos que ir a ver otra película, The Sting, simplemente para dejar de pensar en eso. Fue maravilloso”.
El film de William Friedkin ha quedado en la historia del terror por sus escalofriantes escenas -que no han sido superadas por películas posteriores-, por la potencia de su narración a tono con el Nuevo Hollywood -un film adulto que halla lo terrorífico en la cotidianidad- y también por el efecto que tuvo en el público: las historias de personas que salían desmayadas o con ataques del cine comenzó a hacer crecer el morbo y el interés sobre el film. De hecho, fue la primera película de terror que generó el mito de los efectos en el público.