La cineasta Jennie Livingston buscaba retratar la escena queer de Nueva York en el año 1987. No fue hasta 1990 que estrenó su documental Paris is Burning en cines, que su obra fue recibida con muy buenas críticas y ganó el premio del jurado del Festival de Sundance de ese año. Mucho tiempo después, la comunidad LGBTIQ+ la ha tomado como una de sus biblias para aprender sobre los orígenes de la cultura ballroom e incorporar muchas de sus frases más icónicas.
El documental se centra en la escena queer de Harlem, barrio marginado de Nueva York, donde abundaba la precariedad y habitaban mayoritariamente afroamericanos y latinos. Ellos fueron quienes encontraron un refugio en los llamados balls, un lugar de comunión en donde asistían trans, drag queens y homosexuales a mostrar su talento y belleza.
Estas competencias estaban conformadas por varias categorías, que iban desde mostrar un look ejecutivo hasta verse lo más femeninas posible. Los participantes se convertían en leyendas de las famosas casas, un lugar de amparo para aquellas personas que habían sido desalojadas de su hogar por su condición sexual y de género.
El documental nos presenta a íconos como Pepper LaBeija, Willi Ninja, Paris Dupree, Angie Xtravaganza y otros representantes de las demás casas como Pendavis y Saint Laurent. De hecho, varios nombres de las casas son de marcas de ropa de ultra élite que probablemente nunca llegarían a comprarse. Al ver las actividades que realizan todas estas artistas, aspirantes a convertirse en modelos, actrices y millonarias, comprendemos a la perfección por qué se le llama “comunidad” al colectivo LGBTIQ+.
Una muestra de lo popular que se volvió el vocabulario y las prácticas que vemos en Paris is Burning es el baile vogue, tomado posteriormente por Madonna en su éxito absoluto “Vogue” ese mismo año. La práctica del vogue no es más que un baile con una destacada destreza física, introducido (se cree) por Paris Dupree entre los años 70 y 80. En la disciplina se realizan movimientos estilizados y poses inspiradas en las modelos de la portada de la prestigiosa revista de moda con el mismo nombre.
Otro concepto que se volvió popular gracias a RuPaul’s Drag Race, el reality sobre drag queens que es suceso en el mundo desde hace quince años, es el de tirar shade, que consiste básicamente en “insultar” de manera amable luego de realizar un halago. La confianza que tienen en esta comunidad es muy notable y, al estilo de una batalla de rap, lo que se dice con shade no es nada personal (a menos claro que venga de un conflicto previo entre las participantes). Claro está que uno tiene que cuidarse con las palabras, pero en el ball está casi todo permitido.
Paris is Burning no solo nos muestra la alegría de estos espacios, también nos cuenta las miserias. Muchas de ellas vivían sin hogar, sin dinero y sin aspiraciones a futuro, aunque sí tenían sueños, ego y esperanza. Todas se visualizan como estrellas de Hollywood con mucho dinero, que por lo que describen, es lo único que les falta para ser felices. Es impresionante cómo, más allá de la discriminación y la marginación que reciben por parte de la sociedad, siguen teniendo esperanza de poder salir de la pobreza. De hecho, la película termina con un hecho trágico producido dos años después del registro del documental, donde se puede vislumbrar el desprecio a esta gente y la poca expectativa de vida que atesoran.
Por estas razones es necesario situarse temporalmente para ver Paris is Burning, porque es cierto que la sociedad ha avanzado en varios aspectos en estos treinta años, pero muchas situaciones que ocurren en el film se siguen repitiendo en la actualidad. La mayoría de las personas que aparecen en Paris is Burning forman parte de una o más minorías y nos muestra desde niños de trece años hasta personas ya adultas.
Con una estética tan trash como glamorosa, Paris is Burning retrata a la perfección a los marginados de la sociedad, mostrándonos su entorno natural y su filosofía de vida. Es un documental esperanzador, a pesar de las tragedias por las que pasan diariamente la gente homosexual y transgénero de la época. Las personas se notan alegres, llenas de vida y con aspiraciones en potencia. Por más que sean relegados por gran parte de la sociedad, aquí vemos que las comunidades se forman por elección, son familias escogidas y son un refugio para aquellos que no tienen adonde ir. Es el documental LGBTIQ+ por excelencia y deja un aprendizaje más que alentador.
Paris is Burning se puede ver en Mubi.