Actualmente no es para nada descabellado ver que el presupuesto de una película alcanza e incluso supera los 100 millones de dólares. De hecho, durante los últimos años se han estrenado decenas de largometrajes cuyas producciones costaron más de seis cifras, siendo Star Wars: The Force Awakens (2015) la más cara hasta el momento con un costo estimado de 447 millones de dólares. Sin embargo, lo que hoy es moneda corriente no siempre fue así.
A mediados de la década de 1990, Los Angeles Times informó que el precio promedio para realizar y comercializar una película había alcanzado los 50,4 millones de dólares, monto que James Cameron se encargó de superar ampliamente con su comedia de acción de 1994 titulada True Lies. Basada en la cinta francesa La Totale!, está protagonizada por Arnold Schwarzenegger, Jamie Lee Curtis, Tom Arnold y Bill Paxton y su sinopsis reza (vía FilmAffinity):
“Harry Tasker (Schwarzenegger) lleva una doble vida: habla seis idiomas, domina todas las formas del contraespionaje y trabaja como agente internacional para Omega, una agencia gubernamental ultrasecreta encargada de acabar con el terrorismo nuclear. Por razones de seguridad nacional, le oculta su verdadera profesión a Helen, su mujer (Jamie Lee Curtis) y le hace creer que es un gris vendedor de ordenadores. Harry, que tiene recursos y valor para salvar a su país, teme no ser capaz de salvar su matrimonio. Pero, cuando Helen descubre la verdadera profesión de su marido, excitada por la novedad, decide ayudarle a acabar con un comando integrista que planea un sangriento atentado”.
Acorde al citado medio británico, True Lies marcó el primer estreno de Cameron después de conseguir un acuerdo multimillonario con 20th Century Fox y se convirtió en el primer largometraje realizado con un presupuesto de entre 100 y 120 millones de dólares. De hecho, cuando le preguntaron al director sobre la rumoreada cifra, respondió bromeando: “Son 200 millones de dólares. Sólo quería ver si vos también lo comprarías. Si la gente compra 120 millones de dólares, ¿por qué no 200 millones de dólares? ¿Qué tal un cuarto de billón?”.