Robert De Niro es uno de los actores más prolíficos aún vivos. El estadounidense ha sido el rostro predilecto de gran parte de la filmografía de Martin Scorsese, ha estado presente en la celebrada saga El padrino y ha incursionado en la comedia con grandes películas como Analízame y El padre de la novia. Si bien existen algunos baches en su carrera, como en la de todo actor y actriz, se puede decir que el neoyorquino exhibe una carrera envidiable.
En una entrevista con Cigar Aficionado de 2015 (vía Far Out), al actor de Taxi Driver le preguntaron cuál era su película favorita de las que ha sido parte: “No me gusta elegir una película. No estoy cómodo haciendo eso”, expresó el intérprete buscando no crear conflicto con directores o incluso con el público.
De todos modos, el entrevistador insistió y así De Niro aventuró un título que jamás hubiéramos esperado: “Posiblemente puedo nombrar una película. No estoy diciendo que es la mejor pero es una película que significó mucho para mí” dijo al mencionar Everybody’s Fine -o Todos están bien en Latinoamérica-.
Se trata de una película de 2009 en la que De Niro compartió elenco con Drew Barrymore y Sam Rockwell y que no tuvo un buen recibimiento por parte de la crítica. Sobre ella, el actor comentó: “Dirigida por Kirk Jones. Es sobre un padre que es distanciado de sus hijos y hace un road trip para tratar de reconectar con ellos”.
Sobre el fracaso de taquilla que fue esta película, el actor expresó: “Hicieron un terrible trabajo promocionándola y distribuyéndola. Miramax estaba siendo vendida a Disney por ese tiempo. Solo deseo que hubiera sido Harvey Weinstein quien la representó. Murió en Estados Unidos”. Esta película no se acerca a algunos de los títulos más celebrados de la filmografía de De Niro, pero sin dudas él tiene un cariño especial hacia ella que va más allá de la calidad y su importancia en la historia del séptimo arte.