Esta semana llega a los cines argentinos una copia restaurada de Rojo profundo, el clásico de Dario Argento. Así, vuelve a estar en boga el giallo, el subgénero de terror italiano surgido en la década del sesenta y que hoy en día se presenta como cine de culto. Junto con Mario Bava, Argento es uno de los padres del giallo, y su cine se ha caracterizado por una gran presencia de erotismo, muertes insuperables y bandas sonoras delirantes.
Estrenada originalmente en 1975, Rojo profundo se encuentra entre las dos trilogías del director: la de los animales que termina con Cuatro moscas sobre terciopelo gris (1971), y la de las tres madres que comienza con Suspiria (1977). En ese periodo intermedio también estrenó Los cinco días (1973).
Rojo profundo comienza presentándonos un asesino (o asesina) de identidad desconocida y con guantes negros, características fundamentales para declarar que estamos frente a un giallo. Una vidente reconoce que en la sala donde está dando una conferencia se encuentra un sanguinario criminal; acto seguido, es la primera en morir. Un pianista que ve la situación (David Hemmings) termina involucrado en la investigación para dilucidar quién es el asesino que acecha sin piedad.
Rojo profundo contiene algunas de las mejores muertes de la filmografía de Argento y decididamente una trama que avanza lento hasta que conocemos el resultado de la investigación. Mientras tanto, se ocupa de forjar un ambiente de intriga, desconcierto y terror que estalla hacia el final con la resolución. Si bien los giallos en general -y las películas de Argento en particular- contienen muchos elementos que se repiten, lo cual las hace predecibles, este film es una verdadera celebración del género, ya que paradójicamente lo refina en su barroquismo.
El rojo de la sangre plástica es uno de los puntos clave que permitió al giallo abrirse camino en el panorama del cine de la época, que venía de ofrecer películas de terror en blanco y negro y sin sexo. Este subgénero es un cine rebelde que redobla la apuesta al introducir asesinos perversos y sumar el elemento sexual -dos elementos que lo hicieron víctima de la censura en muchas ocasiones-. En ese sentido, el cine de Argento es uno de los más transgresores. Rojo profundo es un cóctel exquisito: música de la banda italiana de rock progresivo Goblin, surrealismo, muertes que incluyen ahorcamientos, quemaduras en aguas hirviendo, degüellos y más suceden a la par de una investigación furtiva.
Si bien Rojo profundo no es de las películas más surrealistas de la filmografía del director italiano -ese puesto le corresponde más bien a Suspiria, considerada también su obra maestra y con la que alcanzó mayor popularidad-, sí introduce los juegos mentales dentro de su trama. Uno de sus grandes atractivos reside en la presentación paulatina de nuevos elementos que suman a la narración, como los muñecos terroríficos que aparecen ahorcados, los juguetes ventrílocuos que atacan, una aterradora mansión y una fuerte tensión sexual.