Parece estar de moda, hace unos años en el cine, literatura y comics que los “perdedores” tomen el lugar del héroe. Sobre la base de la figura del antihéroe se estructuran relatos sobre el triunfo de alguien que ha sido marginado por la sociedad por su incapacidad de ser popular, inteligente, sexy, y esas yerbas. (Ejemplo brillante de esto es la serie de HBO Bored to Death.)
Scott Pilgrim contra el mundo (Scott Pilgrim vs. the world, Edgar Wright, 2010), basada en la novela gráfica de Brian Lee O’Malley (Scott Pilgrim) no deja de adherir a esta línea; todo lo contrario, alcanza a resumir lo que las mayoría de las comedias románticas de losers intentan hacer pero con mucho éxito. Resumimos un poquito la idea: Scott (Michael Cera) es un chico no muy popular, con un especial gusto por los videojuegos que consigue empezar una relación con Ramona (Mary Elizabeth Winstead), una chica bella y enigmática. Pero no faltará mucho para que descifre el enigma y para que Scott descubra que si quiere conservar a su chica deberá luchar contra el pasado de ella: una lista de siete ex novios lo esperan “a la salida” para hacerlo pedazos. Entre estos encontramos la estelar actuación del siempre cómico Jason Schwartzman interpretando a un pedante productor de música con superpoderes. Con una historia simple pero ingeniosa, el film se desarrolla muy entretenido, sobre todo por la permanente inclusión de trabajos de edición: agregados que dotan a la película de elementos propios de un cómic o un videojuego, dependiendo del momento. Esta “sobre edición” agrega un dinamismo importante que distrae un poco de los baches narrativos y que se podría decir, intenta respetar los recursos de la fuente creadora de la historia, un cómic. Como decíamos al principio, la historia está liderada por Scott que se presenta como un antihéroe de la vida real; pero podríamos decir que dentro de la lógica de los videojuegos es un ganador, que obtiene moneditas, vidas y bonus. Y ya que la lógica del film sigue la de un video juego, en nuestra película Scott es un héroe. Justamente, la narración del film se homologa a la trayectoria de un personaje en un videogame: sortear obstáculos (con ayudantes y oponentes de por medio) cada vez más difíciles para llegar al desafío final. A lo cual se suman los guiños de cultura gamer: sonidos, elementos, golpes que son propios de videojuegos específicos como Mario Bros, Final Fantasy, Zelda, etc. Pero ¿por qué nos referimos a esta película como una tragicomedia de losers? Básicamente todo personaje que aparece en la película está caracterizado dentro de los parámetros de lo ridículo y lo patético. Los siete ex novios, que podríamos suponer serían superiores a Scott, sólo lo son en poderes o en físico… Son tanto o más ridículos que nuestro pequeño héroe. Las apariciones de estos son cortas pero se logra representar el carácter de cada uno muy delicada y acertadamente, al igual que la fantástica y equilibrada construcción del personaje de Scott que Michael Cera se encarga de darle vida de una manera sumamente coherente. Aunque el personaje de Ramona llega a ser hasta soso. Pero lo que realmente hace de este film una tragicomedia de losers es todo lo que le sucede a Scott, todos los obstáculos que debe sortear, las batallas a las que se enfrenta son resueltos de la manera más ridícula y menos heroica esperable. Él siempre sale airoso y sin un solo rasguño; la forma de vencer a cada contrincante es resultado del ingenio, nunca del uso de armas, fuerza bruta o grandes planes estratégicos, en lo cual podríamos decir que se diferencia de los videojuegos y se acerca más a cómics. En sí, considero que Scott Pilgrim contra el mundo es muy entretenida y disfrutable, vale la pena verla. Pero no hay que exigirle profundidad ni nada por el estilo. La considero una película con una realización impecable y con ritmo narrativo muy bien logrado, pero en el espectador consigue la diversión, la dispersión (que no son cosas menores). Y sí, como es de esperarse se cae en miles de clichés, pero que al estar incluidos con el propósito de responder a un estereotipo cobran sentido y no resultan tediosos. Scott Pilgrim…es uno de esos ejemplos que muestran cómo el cine se alimenta de tantas otras artes y cómo hace que convivan y confluyan géneros aparentemente dispares. Pero creo que la mayor referencia es a la tan hablada y polémica mixtura entre cine y videojuego, discusión bastante interesante; pero ya nos quedará para otro momento hablar de esto.