Nadie nace aprendido y eso incluye también a los grandes maestros del séptimo arte. Antes de entregar películas magistrales como 2001: Odisea del espacio y La Naranja Mecánica, Stanley Kubrick fue un dedicado estudiante de las artes visuales que soñaba con retratar el mundo a su manera.
En medio de la década de 1940, el nacido en Manhattan asistió a clases nocturnas en el City College de Nueva York por varios meses con la esperanza de convertirse en un gran fotógrafo. Gracias a su gran talento y dedicación, fue contratado por la revista Look y decidió abandonar las clases para aprender trabajando.
Para entonces él apenas tenía 17 años y vivía en el Bronx, pero supo capturar con su lente la intensidad de la vida en una urbe tan avasalladora como aquella. En una entrevista de años después, Kubrick celebraría su decisión al señalar: “Para cuando cumplí los 21, llevaba cuatro años de ver cómo funcionaban las cosas en el mundo. Pienso que si hubiera ido a la universidad nunca hubiera sido cineasta”.
Con el dinero que ahorró tras esos años de labor fotográfica, Kubrick pudo financiar su primer cortometraje documental: Day of the Fight. Filmado en blanco y negro y basado en un trabajo para Look, en sus escenas muestra al boxeador irlandés-estadounidense Walter Cartier en el momento más alto de su carrera, cuando se preparaba para enfrentarse contra Bobby James, un rival de peso.
El corto, realizado en 1951, le costó al novato director $3.900 dólares que recuperó cuando RKO Pictures compró la película por $4.000.El artista se acompañó de Alexander Singer, quien era amigo de la escuela secundaria, para las labores técnicas. Ambos rentaron una cámara con la que se grabaron esos 16 minutos llenos de tomas y detalles estéticos que luego se volverían icónicos en sus películas más famosas.
Mirá Day of the Fight a continuación: