En su ópera prima, Rhayne Vermette entrevera el problema de la percepción: una mirada atada a la linealidad textual y cegada a los estímulos poéticos. Pero no es “el qué” lo seductor de Ste. Anne, sino “el cómo”. La progresión del relato suscita una experiencia sensorial en donde la lógica tradicional más bien se encuentra escondida: lo que no se dice con palabras, lo evocan las imágenes, las técnicas del montaje, las elipsis. Hay una crítica social profunda eclipsada por el resplandor de los objetos, los paisajes, los rostros. Vestigios de lo que fue y no será.
La cineasta canadiense aborda la dualidad espacio-tiempo como protagonista para vincular la densidad del conflicto familiar y el misticismo de los pueblos indígenas desde una perspectiva experimental que, a su vez, dialoga con la materialidad del cine a modo de elegía impresionista.
Después de todas las historias, una película resulta excepcional cuando la narrativa rompe la norma: lo disruptivo de Ste. Anne es su poder de atravesar un desorden hermoso que perdemos de vista cuando miramos.
Ste. Anne, de Rhayne Vermette
2021 – Canadá
Sección: Competencia Estados alterados
Seguí la cobertura del 36 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en este enlace.