Jaws es, sin lugar a dudas, una de las películas más recordadas e importantes de toda la vasta filmografía de Steven Spielberg, pero el resultado final no quiere decir que el camino para llegar hasta allí fuera fácil. Para llevar adelante su obra, Spielberg convenció a los productores de que le permitieran filmar en el océano para mantener la autenticidad del proyecto. Finalmente, el oriundo de Cincinnati logró su objetivo y le dieron luz verde para grabar cerca de Martha’s Vineyard en Massachusetts.
Aunque Steven pensó tener todo bajo control, su deseo se volvió en su contra, ya que surgieron innumerables problemas que amenazaron con interrumpir la cinta para siempre. Uno de ellos fueron los múltiples retrasos en el proceso de producción, con el rodaje extendiéndose a pesar de que inicialmente estaba programado para durar solo 55 días. Durante este tiempo, la tripulación sufrió de fatiga intensa por las duras condiciones del océano y tuvo que lidiar con mareos y quemaduras solares.
Además, los tiburones mecánicos que fueron diseñados específicamente para Jaws terminaron en el fondo del océano y, aunque luego se recuperaron, no funcionaron durante la grabación, lo que se tradujo en más tiempo perdido. Estos inconvenientes contribuyeron a que el presupuesto de Jaws aumentara y pusieran a Spielberg en una posición bastante incómoda, por lo que él mismo estaba temeroso de que los productores lo castigaran por sus decisiones.
“Básicamente, era ingenuo sobre el océano. Fui bastante ingenuo acerca de la madre naturaleza, y la arrogancia de un cineasta que cree que puede conquistar los elementos fue imprudente”, reflexionó Spielberg sobre la experiencia. “Era demasiado joven para saber que estaba siendo temerario cuando exigí que filmáramos la película en el Océano Atlántico y no en un tanque de North Hollywood. Pero si tuviera que hacerlo todo de nuevo, habría regresado al mar porque era la única forma en que la audiencia podía sentir que estos tres hombres fueron arrojados a la deriva con un gran tiburón blanco cazándolos”.
Afortunadamente para la leyenda del séptimo arte, uno de los tiburones mecánicos comenzó a funcionar y pudieron completar la cinta. Además, los continuos cambios en el plan de producción le dieron tiempo a Spielberg para repensar el guion, y al compositor John Williams para crear el icónico tema del largometraje.
Spielberg explicó: “¡Todo en tierra fue normal! De hecho, estaba programado para la primera parte de la película… el tiburón que no funcionaba fue un regalo del cielo. Me hizo volverme más como Alfred Hitchcock […] Cuando no tenía el control de mi tiburón, me hizo reescribir todo el guion sin él. Por lo tanto, en opinión de muchas personas, el film fue más efectivo que la forma en que el guion realmente ofrecía el tiburón”.