Cada vez parecen estar más de moda y parecen pisar más fuerte en el mercado cinematográfico las películas “indie”, que lo representan en su estética más que en su presupuesto. Con apuestas musicales interesantes, actores algo marginales, historias donde los adolescentes suelen tener bastante protagonismo, historias simples y ordinarias bastante realistas, ediciones bastante particulares y una fuerte tendencia a que el melodrama y la comedia se fusionen de una forma casi natural. Pues Submarine (Richard Ayoade, 2010) encaja de maravilla dentro de estas características. La película cuenta la historia de Oliver (Craig Roberts), un adolescente que se encuentra en su etapa más crítica: quiere perder la virginidad, enamorar a Jordana (Yasmin Paige), evitar la separación de sus padres y encontrar su lugar en el mundo. Con la escuela y su casa como escenarios principales, Oliver transita sus crisis junto a Jordana. Submarine es ante todo una historia sencilla; un recorte de la adolescencia de Oliver. Las típicas preocupaciones de un adolescente en crisis narradas desde la mirada de uno de ellos. El hecho de que esté narrada en primera persona y que todo el relato del mundo exterior tenga el filtro previo de la mirada de un quinceañero, hace que el film adquiera un dinamismo importante y que los típicos cambios de humor de esta edad sean reflejados en el ritmo narrativo: pasamos de la pura felicidad y el amor frenético a la mismísima depresión. Podríamos definirla como un film liviano: la trama no presenta elementos muy atractivos, los actores no son destacables, etc. Pero si hay algo que compensa estas carencias es el genial trabajo estético del film. Una impronta “british” que se despliega a más no poder (los acentos exagerados de los actores, el vestuario, el clima, la música, entre otros elementos). Esto, unido al estilo vintage que se expone, ubica a Submarine definitivamente como una de los films más representativos de la estética indie del último tiempo. También es destacable lo bien logrado de la fusión comedia/drama así como el trabajo de edición: imágenes vintage románticas con musicalizadas con canciones privilegiadas. Uno de los elementos que más llama la atención del film es la música. Alex Turner (líder de Arctic Monkeys) nos ofrece un puñado de preciosas canciones que se fusionan con las imágenes de maravilla. Canciones conmovedoras, algo melancólicas donde se deja destacar la particular voz del cantante. Es uno de los condimentos más destacables de la película. En sí podríamos decir que el film apunta a mostrar esa etapa tan caótica de la adolescencia, ese crecimiento que duele. Momento en el que las cosas más nimias se convierten en grandes problemas. Oliver está siempre en crisis, todo le afecta. Lo interesante es que de esta etapa tan complicada y problemática, Submarine hace un retrato tragicómico.