Seguimos con la segunda entrega del especial de Indie norteamericano. Esta vez traemos uno de los films más reconocidos del género y fundante en muchos sentidos: Tarnation (Jonathan Caouette, 2003). El cine autobiográfico, el documental independiente, el cine queer se renuevan en esta obra compleja e interdisciplinaria que consigue quedar al margen (lo más posible) de los cánones y exigencias de la industria cultural. Un documental que no se pretende objetivo en ningún punto, una historia de vida contada con imágenes. Jonathan (director, guionista y protagonista) decide hacernos partícipes de su peculiar vida con pretendidos detalles y cronología, recolectado horas y horas de vida desde una Super 8. Una madre ausente y con problemas psiquiátricos, una infancia en la casa de los abuelos, una temprana asunción de la homosexualidad, una sensibilidad artística declarada, una familia disfuncional que crea una historia marginal y digna de contarse. Pareciera como si Caouette hubiera elegido el cine, más precisamente el cine documental, como forma de terapia y forma de hacer catarsis. Y una acción como ésta, que parecería un capricho personal (y hasta egocentrista) termina por convertirse en innovación pura, en transgresión de género a partir de la liberación. Es posible pensar que se elige el género documental para dejar sentado que lo que se cuenta es puramente real, no hay lugar allí para la ficción. Y la táctica privilegiada para lograrlo es el testimonio. Variando entre primera y tercera persona, el protagonista nos cuenta la historia de sus familiares más cercanos, su propia infancia y adolescencia para que podamos comprender su adultez. Pero, decimos que transgrede, en el punto que mayormente este género se pretende objetivo, informativo y revelador de realidades. Pues Caouette lo usa lo más subjetivamente y autobiográficamente posible, casi de diario íntimo. El documental va hacia lo más hondo, es crudo en todos los sentidos. Es un grito de expresión, que se vuelve entretenido y morboso al mismo tiempo. Soledad, enfermedades, drogas, la búsqueda de sí mismo y el amor maternal son los principales tópicos del film. Todo retratado en forma de collage: se utilizan fotos, grabaciones caseras, mensajes en el contestador, voces en off con recortes de palabras que reproducen lo que se escucha, etc. Todo direccionado a crear un impacto mayor. Jonathan busca en el espectador una especie de contención y complicidad, y para lograrlo intenta transmitirnos lo más vívidamente sus experiencias. Y lo logra. Ver Tarnation es entrar de lleno a la historia, es creer en todo y experimentar el dolor y la soledad; y quedarse finalmente con un gusto agridulce. El film llamó la atención a dos grandes representantes del cine independiente y el cine queer: John Cameron Mitchell y Gus Van Sant, quienes, fascinados con el trabajo de Caouette, apostaron a él convirtiéndose en productores ejecutivos de Tarnation. Tarnation es en realidad, la búsqueda eterna del amor y la felicidad, que Jonathan, más allá de la adversidad (y a veces con un tono resignado) parece haber encontrado. Con su obra parece haber logrado enfrentarse a sus fantasmas, miedos y a sus recuerdos más duros y vivirlos como naturales. Lo encontramos en su departamento de Nueva York con su novio y su madre, haciendo mediante el cine una reconstrucción artística del pasado y el dolor.
Tarnation
Jonathan Caouette, 2003