Yorgos Lanthimos da su salto al cine internacional con The Lobster, luego de dos producciones exitosas y de culto: Canino (2009) y Alps (2011), de las cuales ésta parece ser la que completa la trilogía. Con un excelente recibimiento de la crítica y del público, The Lobster resulta uno de los mejores films de 2015 y una gran estrategia de visibilización para el director griego; que apela a la inclusión de actores “estrellas” aunque en papeles inusuales. Si una palabra pudiera resumir la impresión que causa The Lobster es originalidad. Entre tanto cine descartable y apuestas estéticas pero vaciadas de contenido, aparece el film de Lanthimos con un poderoso guión y de una elegancia estética innegable. Se plantea un futuro hipotético en que los solteros son enviados a un hotel donde tienen que conseguir pareja en cuarenta y cinco días, de lo contario serán convertidos en un animal y arrojados a su propia suerte. Así, en un ambiente de completa frialdad y frigidez, los que allí se hospedan se esfuerzan por encontrar similitudes con el otro: problemas de sangrado de la nariz ya puede ser una coincidencia que valga la unión. La búsqueda de una pareja está representada en la historia como si fuera una carrera o un juego de postas donde los participantes ganan puntos por las cacerías que realizan de los solteros rebeldes, se esfuerzan por interactuar con algún ser del sexo opuesto pero todo sin ningún tipo de emoción o expresividad, algo que va mutando con el correr de la cinta, mientras los eventos se hacen cada vez más extremos. La película está repleta de simbolismos sobre la importancia que representa tener una pareja y la idea de que venimos a este mundo para completarnos con nuestra otra mitad: la soledad se encuentra completamente estigmatizada, de hecho no se concibe la vida humana en estado de soledad, eso está reservado para las bestias que habitan los bosques rodeados de peligro y son susceptibles de ser aniquilados. Así, Lanthimos crea una gran parodia de estas concepciones que contiene un humor bastante amargo y por momentos algo desalentador. En este aspecto el papel de Colin Farrell se desarrolla a la perfección, quien desde una apariencia que lo hace casi irreconocible y una actitud a la que no nos tiene acostumbrados, interpreta a un tipo de perfil depresivo, encerrado en su propio patetismo, con una expresión de abatimiento constante, un anti héroe absoluto. The Lobster es de esas películas que te dejan sin hablar un rato, recordando escenas y pensando unos días. Lanthimos nos tiene acostumbrados a las hondas reflexiones sobre distintas relaciones humanas y The Lobster llega a un extremo. No sólo se destaca por la profundidad y actualidad de su planteo sino por la belleza estética, visual y auditiva: de fotografía precisa y simétrica, acompañada de un soundatrack de gran tensión, The Lobster comprende lo que un film tiene que tener. Al igual que Youth de Paolo Sorrentino parecen ser los films que en 2015 han sabido trabajar estética, contenido y originalidad con gran maestría.