Es sabido que uno de los atributos del adolescente tipo es la licencia que da la edad para deprimirse; es esa esencia púber de poder decir sin consecuencias que el mundo es una mierda, que desearían estar muertos, etc. Y el cine parece haber sacado provecho de esta veta del ser humano, ya varias veces.
Una divertida historia (It´s kind of a funny story, Anna Boden y Ryan Fleck, 2010) es uno de esos films. Con una estética indie, entrando en el círculo de películas yanquis con un toque independiente, ese costadito de Hollywood que tanto se ha explotado en los últimos años. Craig (Keir Gilrchrist), un adolescente de dieciséis años con actitud suicida, decide internarse por su propia cuenta en un hospital previo al psiquiátrico. Allí conoce a Bobby (Zach Galifianakis), quien será su guía y mentor en su estadía, a Noelle (Emma Roberts) una adolescente autoflagelante que lo cautivará desde el primer momento. A pesar de haberse internado por motu proprio, cuando Craig ve de lo que realmente se trata, querrá irse de inmediato, pero deberá permanecer allí cinco días hasta que le confirmen el alta. En un escenario de hospital psiquiátrico, con todos los posibles estereotipos de enfermos mentales, Craig entra resignado al verdadero mundo de la locura. Su pequeño intento de llamar la atención y de autodiagnosticarse suicida, depresivo y “arruinado”, le valdrá cinco días de convivencia con pacientes arruinados de verdad. Y en esto podemos decir que el film tiene reminiscencias de la tan aclamada Inocencia Interrumpida, aunque tiene un enfoque bastante diferente: lo que caracteriza a Una divertida historia es la ironía y el humor. Una situación que podría ser realmente trágica es llevada al ridículo, el hospital parece más un circo que lo que es. Y en esto tiene mucho que ver el comediante más en boga en el último tiempo, Zach Galifianakis, que parece ser adorado por todos y ganar millones de corazones y sonrisas después de ver sus actuaciones. Las actuaciones son muy acertadas, pero la de Galifianakis realmente resalta. Otra cosa que se puede decir del film es el verdadero dinamismo que logra: usando diferentes técnicas (como el dibujo, el video clip, los flashbacks, voz en off, etc.) nos mantiene muy entretenidos aunque la historia no sea de los más profundo que hayamos visto. Y esto coincide con la estética indie de la que hablábamos al principio: suenan The Drums por detrás, Noelle viste una remera de The Stooges, presenciamos un histriónico clip de “Under Preassure” (de Queen Y Bowie). Pero sobre todo, este tipo de films “indie-hollywoodenses” (en las que entran películas como Little Miss Sunshine, 500 days of Summer) muestran sobre todo un argumento sencillo, cotidiano, con actuaciones poco artificiosas, personajes con los que puede identificarse cualquiera; Una historia divertida tiene todos estos condimentos con una mirada esperanzadora de la vida: a pesar de que nuestra cabeza sea un desastre siempre habrá otro peor que nosotros y de quien podemos aprender. Se muestra al hombre en la situación más vulnerable (con sus miedos, debilidades y “problemas” al descubierto) y luchando por sobrevivir a su entorno, pero sobre todo a sí mismo… Es la situación de un adolescente tratando de encontrarse a sí mismo (como todo adolescente), y el sufrimiento y desorientación que experimenta en esa búsqueda. Pero esto, que puede pensarse como dramático, viene a dejarnos una sonrisa de esperanza en la cara. Porque, aunque el film presenta un tono sarcástico a flor de piel, también tiene su buena cuota de cursilería, ya que nos deja bien marcado este mensaje de ayudar a los demás es ayudarse a uno, de ver lo afortunado que es uno cuando ve las situaciones ajenas, bla bla… pero a pesar de lo trillado y cursi de la “moraleja”, como espectadora pude encontrar un film enriquecedor, muy bien logrado, sumamente gracioso y con un mensaje y llamado de atención directo a todos aquellos que nos damos el placer de estar tristes.