“No podían verme, no podían oírme. Pero yo sí podía verlos y oírlos a ellos”. Con estas palabras comienza el documental producido por Netflix y dirigido por Myles Kane y Josh Koury inspirado en la historia de Gerald Foos, el gran voyeur norteamericano, oriundo de Denver y en el libro que se escribió gracias a su historia: El motel del voyeur del periodista Gay Talese.
El film transita el recorrido desde la investigación y relación que Talese tuvo con Foos durante más 30 años y que devino en un artículo en la New York Times, hasta luego convertirse en libro.
“Querido señor Talese: Durante mucho tiempo he querido contar esta historia, pero no tengo talento suficiente y me da miedo que me descubran”. Este fue el puntapié inicial para que el periodista se interesara en su historia y mantuviera una estrecha relación, casi de amistad, con este hombre y su gusto por quebrantar vidas ajenas como si se tratara de un espectro.
Pero de repente sucede todo lo contrario (debido a esta producción de Netflix) y somos nosotros quienes vemos la intimidad y el rostro marcado por el tiempo del hombre que en el año 1966 (algo que en el film se pone en duda porque luego de una investigación sobre los dichos de Foos a Talese el hotel realmente se compró en 1969) compró un hotel, el Manor House, y lo reacondicionó con ingenio, ideando un sistema de mirillas a los cuales se accedía por un cuarto de servicio para espiar a los turistas que allí se alojaban. Un experimento sexual, social, de comportamiento humano. Sólo por el simple hecho de observar.
Así como el documental lanzado el año pasado en la plataforma de streaming se plantea contar la historia de Foos, también nos permite conocer más sobre la de Talese: un periodista de renombre y gran credibilidad pero que implementa dudosos métodos para insertarse en cada una de las historias que se propone contar y como su oficio de “voyeur” también se vuelca en su profesión.
Obedeciendo a formatos ya conocidos en los documentales de Netflix hay poca o nula entrevista o interpelación al protagonista de la historia y hasta el mismo periodista que la cuenta, sino que pretende que la cámara se meta en la cotidianidad de Foos y de sus berrinches ante las amenazas, los artículos de diarios tendenciosos y las propias palabras de Gay Talese.
Algo novedoso y estético son las representaciones que se realizan a lo largo del documental, de las parejas que se hospedan en el hotel y de como es éste representado: por medio de miniaturas diseñadas con detalle a veces observadas por la figura de Gerald como si fuese un ser enorme, omnipresente y todopoderoso en cada cuarto de aquel hotel en el que presenció el tedio, el amor o desamor, el sexo y hasta la muerte con unos ojos que no hablaron hasta tanto tiempo después y generaron una historia digna de ser observada y leída por todos.