X-Men: First Class fue una de las películas más importantes de la franquicia basada en los personajes de Marvel Comics llevada a cabo entre el 2000 y el 2020 por 20th Century Fox.
La cinta dirigida por Matthew Vaughn contó los orígenes del equipo dirigido por el Profesor Charles Xavier (James McAvoy) y fue una bocanada de aire fresco para el universo de los mutantes, ya que introdujo nuevas caras para representar a las versiones jóvenes de los héroes y sus enemigos.
Pero, más allá de su historia, los personajes que se pudieron ver en ella y los efectos especiales con los que contó, la película llamó la atención de todos los argentinos por una escena en particular en la que la trama lleva al espectador a Villa Gesell, donde se encontraba Erik Lehnsherr, mejor conocido como Magneto (Michael Fassbender).
La porción del film en cuestión generó revuelo entre los fanáticos albicelestes, porque muestra a la ciudad costera de una manera muy diferente a como es en la realidad: en vez de verse playas, se pueden observar montaña nevadas y un lago, un paisaje mucho más parecido al de Bariloche o Villa La Angostura que al de la propia Villa Gesell.
Durante años, las imágenes causaron risa e indignación entre los locales, pero ahora, a más de nueve años del estreno del largometraje, por fin se dio a conocer la historia detrás de la equivocación, la cual tiene como protagonista a Sebastián Iglesias, un argentino que se dedica a la publicidad y que fue el causante del -colosal- error.
Según él mismo relató en una publicación, la historia comenzó cuando empezó a trabajar en el concepto “Podés ir a otro lugar, siempre volvés a Gesell”, del que nacieron “tres gráficas que circularon por toda la web y en Villa Gesell fueron pautadas en medios impresos”.
Estas creaciones incorporaban tres “ iconos visuales” de la ciudad: el arco de ingreso, la araucaria ubicada sobre Av. 3 y un referente gastronómico y turístico, el parador Windy.
“En una de las gráficas veíamos al parador windy y a unos metros en el mar, al faro del fin del mundo. En otra veíamos a la araucaria y adelante en vez de turistas en traje de baño, gente abrigada hasta la manija con un perro San Bernardo con el típico barrilito colgado de su collar. Finalmente, para cerrar la trilogía que mezclaba a dos lugares turísticos completamente opuestos reforzando al concepto elegido para comunicar, aparecía la obra gráfica que desató uno de los peores fake de la historia del cine”, siguió.
“Decidí poner detrás de ese arco de entrada una cadena de montañas, sin saberlo, abrí un brecha en el espacio y tiempo, agregó Iglesias, quien aseguró: “Ese día sellé el destino de X-Men: Primera Generación y, a su vez, logré que en invierno del 2012 (verano europeo) vinieran unos italianos a esquiar a Villa Gesell. Creer o reventar”.
Después de enterarse de lo ocurrido al ir a ver la película al cine, el publicista puso manos a la obra para descubrir cómo es que su trabajo había llegado al film.
“Busqué entre mis contactos a gente que trabajara en cine, alguien que pudiera darme data de algún miembro del team que formó parte de la megaproducción de X-Men“, narró. “La búsqueda dio resultado, un ex compañero de una agencia de publicidad conocía a un español que trabajaba para The Donners, una de las productoras de la película. Me dieron su número. Cagado, me animé a llamarlo y le conté lo que había pasado. Obviamente le pareció gracioso, sabía claramente del error que habían cometido porque hubo varios errores en esa película, pero desconocía de dónde habían sacado que en Villa Gesell había montañas. Me prometió que iba a chequearlo. No le creí y con el paso del tiempo se me fueron apagando las expectativas”.
“Dos meses después me llega un mail con dominio español, era él. En el mail me dice que se había olvidado de contactarme antes y gracias a una cena con amigos la noche anterior, en la que entrecopas les contó la anécdota de las montañas, en honor a la verdad, recordó que no me había escrito para confirmarme que todas mis especulaciones eran reales. En ese momento, sentí lo mismo que cuando la chica o chico que te movía el piso te mandaba una papelito con su número de teléfono o un simple ‘Me gustás’. Me puse nervioso, se me hizo un nudo en el estómago”, continuó Sebastián.
Acto seguido, el muchacho admitió: “Al confirmarlo, al tener el dato preciso del gallego, no pude dormir por un tiempo. Pensaba en un aluvión de turistas que en vez del termo, los tejos, las pelota paleta, la palita y el baldecito, se cargaran en el auto los skies. Me imaginaba un descenso climático, nieve en enero. Pensaba que en vez de una tonina a lo lejos en el mar, ahora lo íbamos a ver al Nahuelito saludando alegremente a los turistas. Me imaginé incluso que en vez de corvinas, se volvía popular la pesca de trucha. También me atormentó la idea de las olas mansas bajando al punto de volver realidad esa frase que decía mi viejo cada vez que el mar estaba con bandera celeste: ‘Está hermosa el agua, parece un lago, ni una ola’”.
“Pero la cúspide, lo que logró que mantuviera este silencio por años, además de esa sensación de sentir que todo era producto de mi imaginación, fue cuando en invierno del 2012, llegaron un grupo de turistas que buscaban montañas en Gesell. No les estoy mintiendo, es real. Eran italianos, habían visto a X-Men y los conocí de casualidad tomando un café en Bacará. Eran 6 los tanos y realmente estaban decepcionados. Hablamos un rato y los invité a comer un asado. Los llevé al faro. Los metí en el Bosque histórico. Les hablé de Carlos Gesell. ¿Y todo para qué? para limpiar mi culpa. Si ya sé, alguno se preguntará si les conté a los tanos que ‘Yo fui el culpable de que en X-Men le pongan montañas a Villa Gesell’. La respuesta es no, simplemente porque no me habrían tomado en serio, me habrían respondido que ellos inclinaron la torre de Pisa o lo que es peor, me imaginaba a uno de los tantos haciendo la vendetta, mordiéndose con ira el dedo índice cerrado y mandándome luego a toda la mafia italiana a matarme. Fui cobarde”, concluyó.