Hace tan solo algunas semanas, Netflix incorporó a su catálogo Yo soy todas las niñas, una película del director Donovan Marsh que sigue a Jodie Snyman (Erica Wessels), una investigadora de delitos especiales que, en su más reciente caso, crea un vínculo improbable entre la policía y una asesina en serie, mientras corren contra el reloj para acabar con una red de tráfico sexual de niños a nivel mundial.
Lejos de tratarse de otra historia de ficción, el largometraje está basado en hechos reales que se desarrollaron en Sudáfrica en la década de 1980 y se centra en una notoria red de tráfico de personas que involucró, entre otros, a políticos poderosos.
Según el sitio The Cinemaholic, la historia de I Am All Girls (nombre original de la producción sudafricana) se basa en la de Gert van Rooyen, un presunto pedófilo y asesino en serie que, junto con su cómplice, Joey Haarhoff, secuestró al menos a seis niñas entre 1988 y 1989, ninguna de las cuales fue encontrada.
Se dice que la última víctima, Joan Booysen, escapó de la captura y alertó a la policía. En respuesta, siempre acorde a lo que señala el medio, Gert van Rooyen supuestamente mató a su compañero y luego se suicidó.
Por su parte, Flippie van Rooyen, el hijo de Gert, afirmó que tres exministros del Partido Nacional estaban involucrados en una red de tráfico de niños en la que trabajaban van Rooyen y su cómplice.
La similitud de los nombres de Gert van Rooyen y el principal antagonista de la película, Gert de Jager, lleva a pensar que la inspiración es más que obvia. Sin embargo, hay una diferencia en cómo termina su historia cuando de Jager es asesinado por otro personaje, probablemente por orden de una figura de alto rango, mientras que en realidad, Gert van Rooyen se suicidó.
Finalmente, mientras que la historia de Gert de Jager y sus víctimas de trata de personas se basa en hechos reales, la historia del detective que trabaja con el asesino en serie se adentra en el mundo de la ficción.