Como ya se sabía de antemano, la primera función estaba agotada pero se había agregado una segunda, para que cuando terminara una empiece enseguida la otra. Con decir solo esto ya significa una gran presentación, porque de eso se trata, o se trataba, la presentación de Ahora, a pesar de que ya todos eran prácticamente conocidos. Había una larga fila afuera debajo de la lluvia esperando a que abrieran las puertas de Caras y Caretas en un San Telmo empapado de varias cosas nuevas. Cuando esta fila desaparezca, se va a empezar a formar otra, escuché mientras entrábamos.
Se abrieron las cortinas del telón y se vio a un Luca solitario con su guitarra, los ojos cerrados y una luz verde. Lo primero que dijo después de hacer una introducción con “La luz de la calle” fue que estaba muy nervioso y recibió los primeros aplausos de apoyo de parte del público. Ahí se terminó de dar cuenta que no estaba solo. Su disco ya superó las doscientas mil reproducciones en YouTube y esta era recién su presentación. ¿Cómo no estar nervioso? Pero nunca sentirse solo porque desde adentro, cuando su guitarra calló por primera vez, no sólo se escuchaba la lluvia afuera sino a las personas que se estaban volviendo a agrupar, volviendo a armar la fila para entrar otra vez. Luca llama a su banda y aparecen Los Golden Papets y empieza a sonar “Danzan“, el primer tema de su disco y se dio inicio a una gran presentación. En la banda toca el bajo Cascote, quien ya había compartido escenario con Luca Bocci en la presentación de Saieg de Simón Poxyran, en el mismo escenario en San Telmo y en otros tantos; Luca no dejó atrás la oportunidad para agradecerle en diferentes momentos, no sólo a él, sino a toda la banda que lo acompañaba en su proyecto solista, personas diferentes a su querida Alicia. Esta era la presentación de su más abierta subjetividad donde se ve a un Luca más dolido e introspectivo y muestra su versatilidad abriendo sus cuadernos y regalando unas letras escritas a puño y fuerza.
El recital siguió con un solo de teclas, seguido de “La era de Piscis“, canción con la que la gente se empezó a animar a cantar, acompañando la voz de Luca que resalta en el susurro por sus peculiares altibajos vocales. La primer invitación llegó con Simón Poxyran para bailar en el escenario al ritmo del candombe mendocino que manda todo a la mierda y se dedica a disfrutar de lo que ama. Detener la mirada en estos pibes, ya que la onda que le ponen a cada paso en el escenario irradia juventud y un largo camino por recorrer. No siempre solamente es la canción, sino el mismísimo momento de cuando se interpreta. La canción se puede repetir varias veces pero no siempre su misma celebración. Luca contó una anécdota interesante: una tarde en la plaza donde recién conocía a Simón, y cuando ya había grabado unas canciones con su celular, se le abrieron los ojos y se lo agradeció. Simón le respondió con un abrazo y un “te quiero mucho”. La gente volvió a aplaudir a esta nueva generación que no deja de soltar carisma. Los Golden Papets desaparecían de vez en cuando del escenario, dándole lugar a que Luca interprete solo sus canciones, su cuerpo como único acompañante de su voz y su guitarra. La segunda invitación no era tan esperada como la de Simón: fue la de Mariano Di Césare devolviendo el placer de interpretar una de sus canciones como hicieron con “Descanso sobre ruinas” cuando Mi amigo invencible tocó en Niceto. Y otra vez… si hacemos mal, eso se verá. El apoyo de todos se siente en cada recital, esta generación se siente muy libre y muy unida. Libre en sentir que el escenario es una oportunidad única y no algo repetitivo. Mariano empezó a cantar junto a Luca “Campos de fuerza”, canción de El Príncipe Idiota, su banda paralela. “Yo iba a sus recitales cuando tenía 15 años”, decía Luca mientras ambos repetían la frase “Contá conmigo” para luego hacer una de las canciones del joven mendocino, “40°“. Mariano, inquieto, se puso a tocar la batería tras el descanso de los Papets, apareció Pancho Villa, cantó también y tocó la guitarra. Como si la oportunidad de uno es abrirle la puerta al otro y el escenario es una casa que si tiene la puerta hinchada, se busca una ventana para abrir y esa forma de compartir es algo llamativo en tiempos de tanto egoísmo narcisista. Bajaron los invitados y volvió la banda, volvió Ahora en su presentación y con la canción que lleva el nombre del disco, canción estandarte de la posición de Luca. En el recital lo dijo: no es cuestión de arpegios sino de corazón. El disco fue grabado con sus amigos a todo pulmón en una habitación en Mendoza y hoy en Buenos Aires se agota cada función.
Luca llama para su próxima canción a Goyo de Bándalos Chinos, pero se escucha desde el público que esperen, que nadie se mueva que falta algo y Goyo detiene su entrada, mira entre la gente y se ríe al ver a Simón levantando una cinta y el público le abre paso, haciéndole una pasarela, acerca la cinta al micrófono y hace el efecto de sonido que tiene el inicio de “Archipiélagos”; entonces nada mejor que quien suba a cantarla sea la misma voz que canta una canción como lo es “Isla”. Si los archipiélagos son un conjunto de islas, esto me parece muy poético de resaltar, como la unión de los que ya estaban con los que llegaron después. Si una banda es una isla, un archipiélago es una generación. Y a propósito de esto, una gran sorpresa fue la aparición de Cocó, guitarrista de Usted Señálemelo y ex Perras on the Beach, en un tema muy arriba con bases electrónicas, con la gran gratitud y elogio, no sólo de hacer gritar a la guitarra apoderándose de todas las miradas y oídos, sino también de ser el productor del disco. La gente quiere mucho a Cocó. Sonó “Fujin ama a Raijin“, inspirada en un mito oriental sobre dos hermanos, así que Luca tampoco perdió la oportunidad de contarlo y dedicarlo: Amen a sus hermanos… amen. Al terminar de tocar, Cocó se acercó a darle un abrazo a Luca, uno de los tantos abrazos que recibió por cada uno de los invitados mientras la gente desde debajo del escenario lo abrazaban a su manera.
Después, el escenario quedó vacío otra vez y Luca hizo su última dedicatoria y era a su papá. Hizo “Influencia” a lo Charly García, muy tranquilo pero con una bronca reverberante que rebotaba en cada rincón después de agotarse cada nota. Todos quedamos asombrados. El recital terminó con la canción favorita de muchos, “Bahía“, y Luca se despidió prometiendo volver pronto. Las cortinas se cerraron y la gente empezó a salir porque el show debía continuar. Siempre debe continuar. Ahora y siempre.
Foto principal: Natalia Vidal