El domingo 10 de marzo deambulamos por el ¡Vamos las pibas! 4, encuentro que reúne a cientos de historietistas mujeres, con el fin de juntar un montón de declaraciones e imágenes que pudieran conformar una suerte de álbum de recuerdos de lo que fue la cuarta edición de este festival. El método fue aleatorio, hablamos y fotografiamos a conocidas que nos cruzamos o a cualquier autora cuyo trabajo nos llamara la atención para que ellas mismas se presenten y nos cuenten la forma en que conciben su arte y/o su participación en el evento.
Lulú (con tilde), es la chica más preocupada por la acentuación de su nombre que nunca he conocido. Ofrece un humilde fanzine titulado Mi primer encuentro con la muerte, nombre ante el cual nos vemos en la necesidad de interrogarla: “Suelo ser bastante introspectiva y cada vez que me pasa algo tengo que anotarlo y después le tengo que poner una imagen para que termine de tener sentido. Es lo que me pasa, suelo hacer catarsis y este en particular, Mi primer…, es de una vez cuando era chica que vi a mi abuela llorar. Se llama así porque después me enteré de que lloraba porque murió su hermano. Mi necesidad de dibujar es porque quiero contar.” No se puede agregar mucho a lo que explica la autora, es la descripción de un momento, un ratito, en la que queda plasmado el sentimiento de la abuela y el asombro infantil al entrar en contacto con él.
Una figura en blanco y negro flota sobre un fondo violeta y negro y unas furiosas letras amarillas conforman la palabra Caos. La responsable es Len Kruspe y lo describe así: “Es mi primera historieta, la verdad que nunca había trabajado este lenguaje antes. Se trata de ver cómo uno puede interpretar, en general, el caos en la vida; desde una acción pequeña, desde los sentimientos o desde un suceso que te pasa en la vida cotidiana y que puede generar que todo se despelote… digamos.” Sobre su llegada al mundo del comic: “Me imaginaba la historia para generarle una actitud (al personaje), para que tuviera un contenido, por ahí le generaba un entorno, pero nunca me dediqué a escribir historia en sí, era lo último que quedaba.” Len es una de las varias principiantes en el ámbito de la publicación de entre las chicas entrevistadas que sorprende por el nivel de su trabajo. Es evidente que se están animando a hacer fanzines y revistas, artistas con años de experiencia privada y también que muchas dibujantes encuentran en la historieta una forma de expresión que termina de complementar las necesidades expresivas de las imágenes que producen.
En esta parte el profesionalismo de la nota se va al caño. Sucede que veo unos fanzines muy locos y me pongo a hablar con quienes los hicieron, que resultaron ser Wendy Niev y Soo Grandinetti. En la entrevista ambas funcionaron como un conjunto, contestaban mis preguntas a coro, se completaban las frases, me decían una oración cada una, hablaban en plural de su trabajo (a pesar de que producen por separado), etc. Mis intervenciones tampoco ayudan a aclarar nada. Escuchando la grabación no tengo la menor idea de cuándo habla Wendy y cuándo Sofí, pero me dijeron cosas interesantes que vale la pena transcribir. Miren sino: “incluso peor es el proyecto, la editorial, lo que nos une”, “(Nuestro trabajo) Es como una bizarreada de líneas y dibujos”, “Se centra un poco en la absurdo y en la conexión de cosas que tal vez de una forma lineal no se conectarían”, “Siempre fuimos amigas y después nos dimos cuenta que a las dos nos gustaba dibujar, al principio nos unía pelotudear, ahora nos une dibujar y pelotudear también”, “A mí me gusta, quizás, en el mundo actual, darle vida a los dibujos que tenía en la mente”, “Ellos tienen su propia vida, yo soy una conectora entre ellos y el mundo”, “Lo loco es que los empezás a dibujar y no sos vos, vos te divertís viendo cómo termina la historia también”, “¡Hablan solos!”, “Eso está pasando en alguna realidad que está atravesando nuestro cerebro”, “A mí me pone orgullosa, como decir, es un pequeño universo que, sin nosotros, ponele, no existiría, pero…”, “No sabemos hablar.” No sabrán hablar, en su opinión, pero sí que saben dibujar. La simpleza de sus grafismos es solo aparente, son sencillos, pero su puesta en página, su gestualidad y la prolija soltura de los trazos dan cuenta de un sólido planteo visual relacionado sobre todo a los dibujos animados. El dibujo frugal de Wendy (La Entrega, Aventuras Ácidas) logra una expresividad completa de la viñeta, en cada gesto de los rostros, en su tamaño y disposición, en los ademanes y poses de los cuerpos… todo en conjunto escenifica cada matiz de la narración con maestría. Soo (Paradox Pool, Sardinas Espaciales y otras historias), dentro de un registro acorde tiene una tendencia más espectacular, como que las figuras te saltan a la cara. Si a esto le sumamos unas historias que se las dan de delirios boludos pero que en realidad implican temas profundos (aunque tratados con una divertida desfachatez), el resultado es fascinante y adictivo. Hay que ser muy careta o muy amargo para no coparse con estas chicas y con sus historietas. Quiero más material de incluso peor ya.
Al contrario, Rocío Comini tiene las ideas muy claras y así las expresa: “A mí me gusta retratar desde mi mirada propia las injusticias de la vida, no me gusta tanto mostrar el lado feliz y lindo que el marketing trata de imponer. Sino las cosas que no se ven, que están tal vez en las sombras. Y eso trato de hacerlo a través de un estilo propio que todavía estoy desarrollando un poco. Es un camino bastante largo, bastante complicado a veces. Si agarro el primer dibujo que hice en el año es completamente distinto a esto que estoy haciendo ahora. Empecé con el dibujo, realista, nada que ver, y por mi motivación de contar historias, tal vez, empecé en el mundo de la historieta, hace no más de dos años, para contar historias que nadie cuenta, por así decirlo. Cementerio de femicidios es una historieta contada en primera persona, obviamente es ficticio, pero también es algo que vemos en la realidad, cuando prendés la tele siempre hay una muerta. Esa historieta la hice para retratar esas voces, para que no fueran olvidadas, para recordarnos que este es un problema de todos los días, que tenemos que luchar. El fanzine también es para mí una forma de militancia, de estar activos, de denunciar. Es una historieta bastante dura, no fue fácil hacerla. Se llama así porque se relatan estas historias en un cementerio, por mujeres que fueron asesinadas. Entre ellas se van contando sus historias, de sus femicidas, de ellas mismas, más que nada, de la identidad detrás de la muerte, porque a veces pensamos en una mujer muerta y no vemos más allá de eso, no vemos la historia que tenía esa mujer.”
Estampita, el nombre artístico de Delfina Pérez Adán, muestra una elegante revistita impresa en tinta rosada con un dibujo manga muy cool, estilizado y fluido. Se llama El Eterno. En sus palabras: “Toda la vida leyendo manga o viendo anime así que no queda otra. Antes solo las dibujaba (a las historietas) y las ponía en internet. Después con los festivales y todo, empecé a descubrir una movida que es imprimir la historieta y ponerla en una mesa. Me flasheó mucho. Quería hacer una historia corta, solo tenía los personajes y lo rellené con una historia medio genérica, es como una venganza. Tengo ganas de practicar escenas de acción y la excusa es un encuentro medio violento en donde esa escena de acción sucede. Y eso es todo, no tiene mucha más vuelta. Es un shonen ultra tímido, como un bebe shonen.” No pretendo negar que lo que nos refiere sea cierto, pero en El Eterno hay también una dimensión simbólica muy fuerte. Una mujer guerrera se venga contra un “musculoso re-atrofiado” a quien “se lo culpa de asesinatos de más de 100 años” y “él no lo niega”. Personaje que proclama “…existen canciones sobre mi fuerza y mi espada gruesa. Y vos sos muy débil ¡Mujer tonta!”. Este encuentro violento además de un ejercicio de acción secuenciada es, para mí, una suerte de representación arquetípica universal de la lucha contemporánea de las mujeres contra el patriarcado. Queda a vuestro juicio.
Nos encontramos con Fiorella Santana exhibiendo, entre otras, una nueva y súper atractiva obra de fantasía llamada Selene. Viaje al Reino Lunar. Le preguntamos entonces por la relación con su trabajo anterior: “Tiene una impronta muy distinta, es más como un cuento de hadas, un cuento arquetípico, lo otro era más historieta, más manga, de personajes. Esto es como la búsqueda de un personaje pero que va por muchos niveles de arquetipo, un poco más como el viaje del héroe. Tiene elementos que yo siempre incorporo de narrativa más personal, más psicológica, para que no sea tan lejano, porque los cuentos de hadas a veces son ‘pasa esto en un reino lejano’… Quiero hacer algo que la gente relacione, entonces siempre tiene la impronta de lo que le pasa al personaje dentro de su cabeza, más allá de solo ver de afuera el pantallazo. Gráficamente es más mi estilo de ahora, que no es tanto una viñeta suelta, así, más desnuda, sino que tiene todo un arte decorativo medieval. Me inspiré en códex medievales [sacaba la tramita y la hacía como diseños] de manuscritos que eran diferentes cosas religiosas, herbolarios y otros más. Son tramas de manuscritos en latín antiguo. Quise experimentar, que sea una página más decorativa y que eso ayude a entrar en un clima, que no sea solo la historia, que sea todo el universo de la página.” ¿Acaso algo de lo que diga le puede agregar interés a los grafismos del medio evo, los elementos del folklore europeo y la introspección contemporánea?
Muriel Frega tenía todo su arsenal y también material de alumnas de su taller. Me detengo en una obra de ella que no conozco, Nada y nadie en ningún lugar. ¡Vaya nombre! Le pregunto al respecto y me contesta: “No sé como explicar exactamente qué es. Es un viaje, es un fanzine de esos que vas reflexionando a medida que vas pasando cada página. Te cuenta la historia de un personaje que está buscando algo, que se encuentra un montón de cosas, que ahí evalúa y reflexiona sobre sus viajes, sobre esas cosas que se encuentra, en los momentos, en las situaciones, en los colores… llega a una conclusión que no te puedo contar. Recontra existencial. Todo eso tuvo que ver con una frase que yo escuché a una persona que se la decía a otra mientras yo venía caminando por la calle: ‘Todo fluye, todo se diluye; lo que tiene principio tiene fin, lo nacido muere y lo compuesto se descompone. Todo es transitorio, insustancial y, por lo tanto, insatisfactorio. No hay nada fijo de que aferrarse.’ Es una frase de Buddha, no lo sabía cuando la escuche. Fui craneando, me metí en un bosque (en Pinamar está buenísimo, caminás tres cuadras y tenés bosque) y empecé a ver las cosas de otra manera.” Se trata de un librito que te deja tintineando los ojos con sus fuertes colores y su escenario semi-abstracto, es hipnótico. Tiene el efecto equivalente a ver Yellow Submarine empepado. Es un relato hilado por eventos que suceden en algo así como un plano gnoseológico, en la conciencia y en el discurso del personaje central. Una pequeña joya, tal vez la obra más personal de Frega. Sobre el festival la autora de Ostende solo tiene palabras de halago: “Cuando vi el planito comprobé lo que había sentido en la edición anterior: que había por ahí (ubicadas juntas) un par de re-grosas, chicas que recién empezaban, algunas que traían misceláneas de otras personas, entonces eso hacía que vos recorras y veas un poco de todo en cada uno de los lugares. No te ponen al lado de la que siempre estás y que ya conocés.”