¿Qué es un “clásico contemporáneo”? Una obra capaz de volver inagotable su lectura, de convalidar su vigencia entre lectores presentes, pasados y por venir, de tratar temas universales a partir de la figuración de tramas singulares. De todos esos atributos hace gala El gato del rabino, la novela gráfica de Joann Sfar surgida en 2008 que hoy -por primera vez- se edita en Argentina. Una obra de arte que faltaba. “En su momento lo habíamos leído en ediciones españolas, que además de caras, y también por serlo, circulaban de forma un tanto restringida, incluso entre gente que lee historietas. Poder acercar a librerías, a un público más general, una obra que fue éxito múltiple en su país de origen (con su correspondiente película, y que se siguió publicando a lo largo de más de diez años), nos parece importante, en tanto trae algo de ese éxito para llamar más la atención sobre los libros de historieta en general”, comenta Emiliano Maitía, miembro del Colectivo editorial Hotel de las ideas que encaró esta jugada.
El gato del rabino nos presenta la historia de un gato que vive con su dueño -el rabino del título- y su hija. No es un gato cualquiera, sino uno dotado con el don del habla y por ende con la capacidad de observar, describir y juzgar el mundo. Claro que lo hace desde una mirada oblicua, que intenta desactivar la moralina y las cristalizaciones de sentido propias del ambiente que lo rodea: específicamente la del judaísmo y su culto religioso. Temas como la sexualidad, la masturbación, la fe dogmática, los lazos comunitarios se ponen en escena a través de una mirada crítica. La figura del gato, como protagonista, le sirve a Sfar para urdir toda su historia y observar con ojos de marciano un mundo que, aparentemente, conoce bien (hay rastros de su biografía en esta obra). Como si, desde la perspectiva de ese animal humanizado, hallara las claves de una “distancia analítica” para interrogar su propio mundo, cuestionar las normas y creencias que defiende la autoridad judía, poner en duda la fijeza de la palabra divina. En esas vías de lectura, el gato del rabino es un gato etnógrafo.
Los comentarios más entusiastas ubican a El Gato del Rabino como una de las obras cumbre del Nouvelle Bande Dessinée francesa, un movimiento que a partir de los años noventa le dio aire fresco al mundo de las viñetas. Además de Joann Sfar ¿cuáles son los nombres de esa generación de autores franceses que renovaron el campo de la historieta? Maitía nos cuenta: “Los autores que leí yo fueron Manu Larcenet, Lewis Trondheim, Joann Sfar, Christopher Blain y Marjane Satrapi (o sea, cinco de vaya a saber uno cuántos), con una lectura muy espaciada y accidentada en todos los casos. Creo que, como todo, fue llegando a cuentagotas, circulando entre los ambientes de gente que escribe y dibuja, y quizás abrió la posibilidad, aunque suene extraño, de copiarle el estilo a algo que no sea manga, comic norteamericano clásico o la historieta francobelga de línea clara. Que aparecieran estos autores que no plantean el dibujo como una faz espectacular o virtuosa, que se enfocan a veces en poner en primer plano el hecho de que se trata de un dibujo hecho por manos humanas, que no responden a las estructuras episódicas más convencionales, y que, con su afrancesamiento, ponen en escena personajes con ambigüedad moral y que más que crecer o cambiar, deambulan, todo eso, supongo que habrá tenido efectos. En mí sé que los tuvo, como lector, porque justamente me dio el placer de encontrarme con algo diferente. Aunque luego eso cristalice y se vuelva también forma repetida, siempre tiene valor la novedad”.
¿Es posible identificar la influencia de Joann Sfar en la(s) obra(s) de algún historietista argentino? Emiliano Maitía opina al respecto: “en su momento Brian Janchez había hecho una suerte de parodia de El gato del rabino, o una versión extraña, o un homenaje, no estoy 100% seguro. Hay cierta impronta que tienen en el dibujo muchos autores de nouvelle BD como de desprolijidad, libertad, mancha, texto escrito a mano y falta de respeto por la viñeta estricta, que podría estar, por ejemplo, en alguna obra de El Waibe de hace 6 años, no lo más actual, o en Ernán Cirianni. Pero quizás la nouvelle BD no tiene nada que ver en esos casos”. El gato del rabino tracciona su narración a fuerza de mezclar comicidad, lirismo, reflexión teológica y teoría filosófica. Un brebaje que Sfar despliega sin ampulosidades. Con humor, simpleza y contundencia, en sus diálogos (o en los textos donde el gato narra en primera persona) yace la dimensión más rica de sus historietas, que logran tocar una multiplicidad de temas sin hacer naufragar la linealidad del relato. De allí que sus dibujos tengan el efecto de una línea “descuidada”, sin que se evidencie la búsqueda de ninguna claridad en sus trazos.
El gato del rabino: Editan en Argentina el clásico ineludible del francés Joann Sfar
Opiniones de un gato socrático en la obra que edita Hotel de las Ideas.