“Cuando llegué acá venía haciendo mis primeras historietas de manera muy punky y bastante solitaria”, dice la artista portuguesa Júlia Barata que hace casi diez años cortó con una vida nomádica -Lisboa, Mozambique, Barcelona, Ámsterdam- y se radicó en Argentina. Asentada en Buenos Aires, fue generando lazos comunicantes con el mundo de la historieta local a través de los talleres que tomaba con dibujantes como Delius o PowerPaola. A partir de ahí, el espíritu autogestivo y comunitario se fue ampliando. En diálogo con Indie Hoy, la autora cuenta: “Cuando empecé a autoeditarme, a compartir espacios, ferias de fanzines y publicaciones, se me abrieron las puertas a muchas amistades y tardes de dibujo muy enriquecedoras con historietistas que quiero y admiro como La Watson, María Luque, Clara Lagos, Alejandra Lunik, Caro Chinaski, Titihoon, Cami Torres Notari, entre muchxs otrxs”.
De esa manera se vio estimulada por la pluralidad de estilos, perspectivas y abordajes temáticos que descubrió entre sus colegas. “Me encontré con un mundo muy diverso y muy potente de autoedición que me abrió mucho la cabeza. Muchísima diversidad en las técnicas, formas de narrar y de editar. Y tal vez más importante que todo, una inmensa apertura hacia la experimentación gráfica de cada une, sin juzgamiento y con una solidaridad enorme entre dibujantxs. Eso se volvió un motor crucial y muy empoderador de mi desarrollo”.
En 2017 Júlia Barata publicó Gravidez, obra publicada por Musaraña que gira en torno a los motivos temáticos del embarazo y la crianza a partir de las claves de la autoficción. En una evidente relación temática acaba de editar su segunda novela gráfica en estas latitudes, titulada Familia (coedición de Musaraña y Editorial Sigilo). El libro describe los zigzagueos emocionales de una familia viviendo sus avatares diarios, sus períodos infortunados y hastiados, como también sus momentos de plenitud y felicidad. La mujer cuyo punto de vista tracciona el relato se asume como un personaje complejo, contradictorio, lleno de matices, eludiendo toda simplificación o unidimensionalidad. Ni tendiente a la moraleja ni pedagógica, la autora no hace una construcción idealizada de la vida en familia, ni tampoco despliega un alegato apocalíptico sobre la institución familiar. Simplemente nos invita a espiar una experiencia de vida en un período crítico (cambiante) de su existencia.
El proyecto de Familia se remonta a cinco años hacia atrás. Comenta Júlia Barata: “Me prendía la idea de ‘Familia’, las familias de donde venimos y las familias que -aunque con miedo- construimos: quería pensarlas desde un lugar que diera espacio a sus contradicciones y conflictos. La historia se fue armando a través de varias escenas que sabía que quería dibujar o que respondían a temas que quería tocar sobre ser mujer y madre hoy, la salud mental, drogas legales e ilegales, monogamia. Mientras iba tejiendo la línea narrativa de Familia, pasaron años. Hubo interrupciones, otros proyectos, otros dibujos. Algunas veces, cuando lo retomaba, algo en mi dibujo había cambiado y decidía incorporarlo, como por ejemplo la acuarela que después esparcí por toda la historia para disimular el arranque con tinta china roja.”
¿La irrupción de la pandemia trastocó alguna característica del libro que te habías planteado originalmente?
Cuando vino la pandemia, el libro estaba bastante avanzado aunque necesitaba estructurarse. Así que el aislamiento me vino bien para concentrarme en eso y cerrar la primera versión que envié a José Sainz, quien vendría a ser el artífice de esta co-edicion de Sigilo y Musaraña que trajo Familia al papel, además de acompañar con ojo clínico la edición final del cuerpo de la novela, durante todo 2021.
En el libro lográs sugerir secuencialidad sin necesidad de contener la acción adentro de cuadritos. ¿Creés que esa forma narrativa está relacionada con lo que le sucede a la protagonista a nivel emocional: la sensación de agobio, el caos cotidiano que se le impone a lo largo de la novela?
Creo que esa forma narrativa puede responder a muchos tipos de acción o detenimiento, dependiendo de cuan juntas estén las repeticiones del personaje, cómo se aglomeran, qué expresiones retratan, etcétera. Esta manera de representación me permite ganar tiempo, puedo poner muchas expresiones en un personaje en un corto espacio de “tiempo gráfico”. En las situaciones que representan agobio/caos del personaje me resulta muy funcional el método para representarlo en una suerte de cámara lenta, donde gano tiempo para mostrarlo en todas sus facetas y contradicciones, sus micro-dudas y sus micro-convicciones, extrapolando el sentimiento.
Por algunas características del libro (ese formato de libreta, las páginas sin numerar) pareciera que se nos invitara a “espiar” tu proceso creativo. Eso, por otro lado, le da cierta frescura a la lectura…
Los originales de este libro están hechos en varias libretas Moleskine que llevaba a todos lados y que tienen ese formato más chiquito que recuerda a un diario personal. Cuando pensamos con Musaraña y con Sigilo cómo editarlo, nos imaginamos otras posibilidades pero nos terminó encantando este tamañito más chico que el A5, por su carácter casi privado, y hasta terminamos redondeando las puntas para que quedara igual a los cuadernitos que lo sostuvieron. Esas decisiones editoriales de imprenta tuvieron mucha dedicación de Ale Bidegaray, editor de Musaraña, y de Leandro Waibe, el diseñador. Aparte estuvo Maxi Papandrea, de la editorial Sigilo, en mil correcciones y decisiones editoriales; fue un equipo de lujo lo que llevó a una edición tan cuidada.
¿Te sentís partícipe de la generación de dibujantes y guionistas que vienen revitalizando el cómic local en la última década?
Creo que todes les que dibujamos, editamos, autoeditamos, leemos, gestionamos o participamos de eventos en torno al cómic, formamos esa movida vibrante y prolífica que se autoalimenta por la diversidad de discursos y de vínculos. Dentro de eso tan grande hay muchos nichos que se organizan por subgéneros, intereses y geografías. En el cotidiano me muevo entre mis amistades y afinidades, un poco condicionadas por la cercanía porque esta ciudad es gigante. Siento que acompañan mi crecimiento autorxs y artistxs vinculadas con la autoficción y autobiografía, pero también con la ficción, ilustración, escritura y animación. En los eventos nos cruzamos con muches otres dibujantxs, artistxs y gestorxs culturalxs a intercambiar producciones, experiencias y beber de ese mejunje poderoso.