Las editoriales locales de historietas año tras año parecen consolidarse y redoblar sus apuestas; con respecto a la calidad de sus ediciones, por el riesgo al optar por obras en muchos casos experimentales y publicar noveles autores. En este 2017 tomaron relieve algunos historietistas que venían mostrando sus trabajos en publicaciones más “pequeñas” o fanzines, pero que hoy definitivamente tuvieron su despegue: Juan Vegetal, Muriel Bellini -en tándem con Von Chuyo-, Jazmín Varela son algunas de esas firmas. Se afianzaron también nombres ya reconocidos: Diego Agrimbau, Lucas Varela, Fernando Calvi, Sole Otero, Pedro Mancini, Pablo Vigo son algunos de ellos. El género fantástico tuvo su escenario de excelencia en novelas gráficas como las de Ignacio Minaverry y Ángel Mosquito. Repasamos los 10 imprescindibles del año:
10. “Guerra de soda”, de Jazmín Varela
Maten al Mensajero
Constituido por anécdotas diminutas pero significativas -algunas más vergonzosas, otras más dolorosas y otras más divertidas- Guerra de soda supone el encuentro de Jazmín Varela con algunas memorias de su infancia. Cumpleaños, dramas familiares y tardes de verano coexisten en este entrañable recorrido cuyo soporte es un lienzo color pastel y su materia los recuerdos. – Micaela Soquiransky
9. “Ciber-City”, de Juan Vegetal
Wai Comics
Obra autoconsciente, alucinatoria sobre la figuración caótica del mundo que nos forjamos en nuestras incursiones a través de Internet, Ciber-city pone de relieve a un Juan Vegetal lúdico y creativo, uno de los combatientes viñetísticos claves de la generación sub 30. Tal vez no sea una novela gráfica prolija, pulcra, lineal; si no una oda a la desconexión, a lo fragmentario, a la práctica del linkeo como motor narrativo. – Edu Benítez
8. “Poncho Fue”, de Sole Otero
Hotel de la Ideas
Poncho Fue, primera novela gráfica de Sole Otero, sigue a Lu y Santi, dos jóvenes cuyo vínculo de pareja se va tornando cada vez más pesadillezco y violento. Bajo la metáfora del juego infantil homónimo al título del libro, Sole presenta la dinámica de una relación tóxica que remite a su propia historia. Poncho fue es un relato sumamente visceral y conmovedor que luce un prodigioso despliegue de recursos de la historieta, personajes excelentemente caracterizados y una historia con la que resulta difícil no identificarse. – Micaela Soquiransky
7. “Exes”, de Muriel Bellini y Gustavo Von Chuyo
Wai Comics
En su breve recorrido, Exes pone el acento en uno de los puntos claves de la historieta: la relación entre el dibujo y el texto. Estos dos ámbitos se desarrollan como líneas paralelas; distantes, cada una construye su propio mundo, entre lo onírico y lo costumbrista, para luego confluir y alejarse de nuevo con total libertad. – Santiago Sánchez Kutika
6. “Detrás del ruido”, de Pedro Mancini
Hotel de las ideas
En uno de sus años más prolíficos (para un artista que de por sí tiene una obra fecunda es decir demasiado), Pedro Mancini nos invita a revisitar la infancia del escritor William Burroughs a través de una mirada que pivotea entre lo onírico y lo real. Como era de esperar, en su imaginación y a partir de un dibujo que recuerda a Edward Gorey, la niñez no será un espacio de inocente algarabía, sino el lugar donde se celebren las aventuras más sombrías y limadas que podamos esperar. – Edu Benítez
5. “La Calambre”, de Ángel Mosquito
Maten al mensajero
De una versión inconclusa en Historietas Reales a España a su repartición, Maten al Mensajero nos trae la tan esperada edición local de esta historieta de suspenso, humor con algunos tintes de realismo del genial e incansable Ángel Mosquito en la que la crisis argentina del 2001 no perdonó ni a los vampiros de tener que aventurarse a encontrar más de una forma para evitar la calambre en las tripas. – Guido Barsi
4. “Noelia en el país de los cosos”, de Ignacio Minaverry
La Maroma
La transparencia alegórica del relato se supera en una fábula universal abstracta que representa la realidad social como un absurdo teatro de conflictos entre dos poderes sobre-humanos. El gran acierto es que la metáfora no se devora al universo ficcional. Los personajes saben involucrar al lector en sus peripecias de alto impacto visual y cómico, factor que equilibra la rigurosa reflexión política. Noelia en el país de los cosos es una declaración de principios, pero también un estallido de imaginación pop, ternura y humor, cuyas ondas expansivas no alcanzamos a vislumbrar. – Gaspar Buono
3. “Diagnósticos”, de Diego Agrimbau y Lucas Varela
Hotel de las ideas
¿Qué sucede cuando un guionista inquieto en la búsqueda de recursos de narración encuentra un dibujante que puede plasmar en dibujos un guion exigente en lo visual? La respuesta es Diagnósticos: seis historias en las que la enfermedad de su protagonista es la excusa perfecta para experimentar con la narrativa. – Guido Barsi
2. “Lo salvaje”, de Pablo Vigo
Maten al mensajero
Personajes neuróticos con extensos monólogos internos que deambulan por la ciudad o que se debaten en claustrofóbicos interiores, conflictuados por diversos problemas mundanos, pululan en las historietas que componen Lo salvaje. El tratamiento sutil de estos relatos mínimos nos hace ver que, aunque no lo parezca, lo salvaje se esconde en lo cotidiano. – Santiago Sánchez Kutika
1. “¡México Lindo!”, de Fernando Calvi
Loco Rabia
¿Un viaje de conocimiento? ¿Un engaño? ¿Un prolongado suicidio? Dos y hasta tres vueltas de tuerca encierra esta historia con sabor mexicano en la que los detalles clásicos se suman para fundirse en una propuesta innovadora. Los exactos mecanismos de la intriga quedan disimulados por un modernismo gráfico de confusa espectacularidad y coloridos contrastes. El prólogo y, sobre todo, el epílogo, le añaden una dimensión meta-lingüística que lo transforma en una obra conceptual. ¡México Lindo! es un poderoso hechizo sobre el papel que difícilmente no sea la mejor historieta del año. – Gaspar Buono