Un atardecer en Mar del Plata abre y cierra esta historia llena de emociones, sensaciones y sonidos. Como si se tratara de fotografías de un relato policial, Martín Ameconi dibuja los nodos narrativos para el lector: el edificio de Havanna, el monumento al lobo marino, un horizonte en el que se funde el sol con el mar, las olas arrastrándose sobre la orilla, huellas en la arena, una campera en el piso, una mirada frustrada y triste y un piano miniatura. Con esta secuencia cinematográfica y poética, el músico, ilustrador y creador de la serie Animaciones salvajes nos adentra en la historia de La culpa la tuvo Charly García, su primera novela gráfica.
“Sinfonías para adolescentes”, “Quizás, porque”, “No soy un extraño” y “Alto en la torre” son los cuatro capítulos en los que Salva, el personaje principal, transita el punto de inflexión de su identidad, en plena adolescencia. Motivado y obsesionado por encontrar al autor de una melodía que por causalidad escucha en la playa y que resuena día y noche en su cabeza, se encuentra con Charly García y su vida se transforma. Se enamora frenéticamente de la música, del amor y descubre lo que es pertenecer a un grupo de amigos y, por unos instantes, a una banda. Esta historia circular logra con sus artificios que al comienzo y al final sintamos y vivamos en esta estrofa del legendario artista argentino: “Esta canción, mi ilusión, mis penas y este souvenir”.
En conversación con Indie Hoy, Ameconi nos cuenta sobre su debut como autor en el mundo de la historieta y su proceso junto al artista Pablo Vigo, durante estos dos años de creación, para darle forma a esta novela gráfica de 200 páginas, dibujada a blanco y negro y editada por Criolla Editorial.

Antes de descubrir a Charly leías historietas, ¿qué te hace regresar a la historieta para contar esta historia?
Cuando trato de encontrar mi recuerdo más lejano me termino encontrando con una historieta en la mano. De hecho, aprendí a leer gracias a la historieta. Tengo el recuerdo de volver del jardín a los 4 años y al bajarme de la bicicleta de mi madre leerle el nombre de la marca, mi vieja no entendía por qué sabía leer, y la respuesta es que había sido a fuerza de tratar de entender lo que decían Superman o Batman en esas revistas que coleccionaba y que al principio eran estímulos solamente de la imagen. Pero todo el tiempo le preguntaba a mis padres (ambos docentes) qué decía en los globos de diálogo o las portadas, y ellos me explicaban que la letra “s” con la “u” de Superman sonaba de determinada manera. Hasta que un día pude leer, solamente para poder leer historieta.
En las primeras páginas vemos referencias a las Tortugas Ninja, Batman, Superman. ¿Cuáles fueron tus principales referentes a la hora de dibujar La culpa la tuvo Charly?
Tanto Superman como Batman, y todos los consumos culturales de la tele y la historieta de fines de los 80 y principios de los 90, me formaron y me motivaron a querer crear mis propias historias. A los 10 años publicaba una tira en un diario local que se llamaba Pizza Man, y después un fanzine de un detective llamado Martin Willams que dejaba en los kioscos de revistas del barrio. Si bien no dejé de leer historietas de aventuras y superhéroes ni les quito prestigio, ya de más grande y sobre todo en los últimos años comencé a leer historieta más enfocada en un público adulto, lo llamado novela gráfica, que si bien es un término un poco controversial en el nicho de la historieta a mí no me importan tanto esas discusiones. Descubrí y me influyeron mucho historietistas como Seth, Chris Ware o Daniel Clowes que son como astros del género, pero creo que hay historietas y autores que influyeron de manera más directa en este libro en particular: Jeffrey Brown, sobre todo sus primeros trabajos, la manera de narrar de Jaime Hernández o Adrian Tomine, y un libro llamado El ombligo sin fondo de Dash Shaw.

¿Qué encontraste en el lenguaje de la historieta que no te da la animación?
La animación es un proceso muy largo y agotador. La historieta también, pero del 2020 -que empecé a hacer las animaciones- hasta la fecha, animé sin parar. Para el 2023 ya había subido 100 capítulos de Animaciones salvajes y se me juntó el cansancio con la ganas de contar una historia más larga y las ganas de dibujar por sobre animar. Eso, sumado al amor por la historieta, me llevó a decidir que era el formato ideal para contar la historia que tenía en mente. La historieta es un arte y un lenguaje en sí mismo, muchas veces se recae en que parece un storyboard de una película, pero si el trabajo está bien hecho es muchísimo más que eso. Es un arte que te permite narrar de una manera que en otras artes sería imposible.
En la historia nos encontramos con secuencias, casi cinematográficas, en constante contraste de planos detalles y panorámicas. ¿Esta elección viene de tu trabajo con la animación o responde a una exploración desde el propio lenguaje de la historieta y la disposición de las viñetas? ¿Cómo fue este proceso?
Si bien la experiencia como animador y contador de historias cortas me ayudó al momento de sentarme, la historieta es un mundo completamente distinto que tiene sus propias leyes y sus propias formas de romper esas leyes. Cuando entendí eso, me pareció que lo más respetuoso que podía hacer por ese arte era estar tutorado por alguien con experiencia. Y un día llegó a mis manos Lo salvaje de Pablo Vigo, un comic que me encantó. Lo contacté y le pedí si me podía enseñar, así fue que desde el verano del 2023 hasta el lanzamiento del libro, debatimos viñeta por viñeta con Pablo. Él me acercó todo su conocimiento sin escatimar nada, me animó y me hizo llegar a un resultado muy superior al que tenía en mente.

¿Qué papel juega en tu identidad la fotografía o el ser capturado constantemente por tu padre y usar una máscara en todos tus avatares?
El tema de la identidad siempre me interesó. Está esa famosa frase de Wilde que Bob Dylan también replicaría: “Dale una máscara a un hombre y te dirá la verdad”. La identidad a veces también puede ser una cárcel que no te permite salir hacia otros bordes. Si bien el personaje de Salva ya llevaba una máscara desde las animaciones, me parecía interesante lo que podía llegar a suceder simbólicamente en el libro en el que está buscando una identidad, una personalidad, y que nadie, ningún otro personaje lo acentúe ni se alarme, como si ese fuese su rostro. También le quitaba riesgo de solemnidad a la historia, y podía jugar con la separación entre Salva y su padre que está tratando de retratarlo todo el tiempo, pero que no lo puede ver aún, no lo puede reconocer como una persona que está en un estado de cambio.
En el desarrollo de la novela vemos una exploración constante de Salva desde el afuera -la culpa, la personalidad basada en Charly-. ¿Cómo lograste que sus emociones y pensamientos se intuyan a través de la imagen?
Traté de usar todos los recursos que la historieta ofrece. Hay algo muy importante con el timing para lograr plasmar esas emociones que, a diferencia del cine en la que el tiempo transcurrido te lo dicta la escena que estás viendo, en la historieta no podés saber la velocidad a la que el lector pasa la página, ni cuánto tiempo se va a detener en una viñeta. Pero sí hay formas de manipularlo un poco, ya sea llenando de detalles una viñeta, cambiarle el tamaño y/o la forma, quitándole el fondo, volcando negros plenos, quitando cantidad de viñetas por página… todo eso va a hacer que el lector se comporte distinto y por lo tanto le llegue una determinada percepción de lo que ocurre en la escena.
¿Por qué la elección de autobiografía de ficción para tu novela gráfica?
Me parece que hay algo de crudeza y honestidad que me gusta, que acerca. Las historietas autobiográficas me suelen atraer bastante, de todas formas esta historia está completamente ficcionada. Uno toma hechos de su vida, pero es necesario poder construir un relato con eso. Entonces cambiás, agrupás, achicás y modificás los hechos para que no sea simplemente un “mirá que interesante mi vida”. Tiene que haber ficción y relato.

¿Qué género preferís a la hora de leer una historieta o ver una serie/película?
No sé si hay un género en particular. Me suelen gustar las historias redondas, perfectamente contadas y que cierran por todos lados, lo que no le quita vuelo ni una participación más activa del lector o espectador. Que la historia sea redonda no quiere decir que todo va a estar servido sobre la mesa. Hay dos películas que influyeron mucho a este libro y son Almost Famous de Cameron Crowe y Dazed and Confused de Richard Linklater. Son dos películas coming of age bastante distintas entre sí en cuanto su forma, pero que cumplen con esto que digo y que me gusta. Me interesan los relatos que exploran personajes y no tanto los que son pura trama o pretenden tocar temas grandilocuentes. En general las historias que hablan de “los grandes temas” me aburren.
La música es el eje central en tus animaciones. ¿Cómo fue el proceso de dotar de protagonismo a la música dentro del dibujo, de caracterizarle el sonido a la imagen?
Fue todo un desafío porque la historieta no suena, y en el libro suena muchísima música. Entonces hubo que pensar de qué manera diferenciarlas, cómo entender cuando una nota está mal tocada, está desafinada, o suena más fuerte que el resto, o que algo suena por parlantes o auriculares. Y todo había que resolverlo con el dibujo, ya sea partiendo notas, cambiando la tipografía, cambiando el formato de los globos de diálogo, rompiendo viñetas. Fue lindo tener que pensarlo.
¿Hasta qué punto te define -a vos y a tu obra- la sección de “Electrónica-pop/rock”?
Creo que lo decís porque hay una viñeta en la que Salva queda entre esos dos carteles. Podría inventarte alguna teoría, pero la verdad es que fue pura casualidad. Aunque, si lo pienso un poco, era la disyuntiva de esa época: la música electrónica por un lado y el rock por el otro, a pesar de que luego se iban a cruzar muchísimas veces. En mi caso siempre me gustó y sigo eligiendo el rock.
¿Cómo creés que influye el contexto sociopolítico que retratás en la elección de una generación a la hora de seguir o no las pasiones vs. trabajos “mecánicos”? ¿Cómo, dentro de un contexto como en el que estamos, lo único que nos puede salvar es el arte?
En el libro me parecía interesante retratar ese país cayéndose a pedazos pero sin subrayarlo, porque la historia está contada desde el punto de vista de un adolescente que está descubriendo una pasión. El contexto está, pero no lo entiende demasiado. El arte no es lo único que te puede salvar, pero sin el arte sería directamente imposible la vida. En contextos de crisis económica y de gobiernos que desprestigian el rol del artista se hace difícil y puede ser desalentador tener que trabajar mil horas para poder pagar el alquiler, mirar al de al lado que directamente no tiene nada y que atenten contra los derechos ganados. Todo eso no te permite tener el tiempo necesario ni la cabeza para sentarte a pensar un relato, pero Charly supo hacer arte en contextos muy bravos, y ahí hay algo también para prestar atención, una bandera que llevar.
¿Pensás seguir incursionando en el mundo de la historieta? ¿Tenés algún proyecto en mente?
Sí, varios. Si bien me gustaría en un futuro llevar esta historia a la animación, tengo más proyectos en mente como historietista que como animador. Pero este año voy a tratar de dedicárselo por completo a este libro, después de todo fueron dos años de arduo trabajo.
La culpa la tuvo Charly García está disponible en librerías o en la web de Criolla Editorial.