Martín López Lam nació en Perú y vive en Valencia. Es uno de los autores más singulares y promisorios que existe hoy en Latinoamérica. A finales de 2019 publicó Las edades de la rata, que le valió el Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic. En esa obra, con una estructura narrativa dinámica basada en alternancias espacio-temporales, se cuentan al menos dos historias: la que transcurre en Perú y encarna Manuela, y la de Isidoro, un limeño expatriado en Europa. Y el conjunto es ilustrado con trazos que dinamitan la idea de línea clara, con un uso del color tan expresivo como explosivo.
El relato cobra por momentos una atmósfera de itinerancia “ensoñada” y nos pasea por diversas geografías: un cine migrante recorre Perú en los años 30, alguien mira con tristeza el mar mediterráneo en pleno Siglo XXI después de dilapidar su dinero en un tragamonedas, una fiesta en el extrarradio de Roma termina a los facazos. Y todo el recorrido es matizado por algunos rasgos que hacen tocar lo fantástico con lo real.
¿Cómo nacieron estas historias paralelas de migrantes, de china al Perú y de Latinoamérica a Europa?
El cómic surgió a partir de la unión de diferentes notas previas en las que había estado trabajando, algunas muy dispares temáticamente entre sí. Principalmente apuntes sobre anécdotas con fantasmas que solían contar por casa cuando era pequeño, además de las historias sobre mi abuelo chino (al cual no conocí) que también estaban presentes siempre en las sobremesas. Me parecía interesante entablar la relación entre migrantes cuya descendencia sigue migrando sucesivamente y cómo esto podría afectar a ideas de nacionalismo o desarraigo, cómo viejas ideas siguen planeando sobre nosotros (para bien o para mal). Hay muchas historias de familias, es como una obsesión en los relatos. Todos tenemos anécdotas interesantes, y quería saber qué hay detrás de todo esto, de qué estamos hablando cuando contamos una historia familiar.
Las historias de los dos protagonistas están contadas con distintas voces narrativas, con más o menos texto. ¿Creés que hay algún vínculo entre el modo de contarlas y la situación específica de errancia, desplazamiento o exilio que vive cada uno de los personajes?
La estructura del libro fue un reto que me auto impuse. Contar una historia que abarcara una cantidad de años prolongada y en puntos geográficos distanciados. Diferenciar las etapas tenía que pasar por identificar el tipo de narración a usar, con o sin narrador. No son azarosos el tipo de voces que están presentes en el cómic. También el hecho de estructurar el cómic de manera que ambas historias principales se fueran intercalando, era un modo de no aburrir al lector, que esté fuera picoteando un poquito de cada.
¿De qué manera el lenguaje del cine interpela tu trabajo en la narrativa dibujada?
El cine es una de mis principales fuentes de inspiración. He bebido más de él que del propio cómic y muchas veces me planteo las secuencias como escenas cinematográficas. De alguna manera intento trasladar cierta construcción del tiempo del cine en el papel. Me interesa el tiempo, un tiempo pausado, extendido, desordenado, etc. Hay una cosa interesante entre el tiempo entre los cortes en el cine y el tiempo entre las viñetas del cómic, esas elipsis continuas que en papel somos capaces de verlas y las interiorizamos como parte del tiempo, es como el hormigón con la que se construye una historia. El relato está basado en los espacios vacíos.
En tus dibujos hay algo explosivo en el uso del color, también de coqueteo con lo “manchado”. ¿Qué crees que le proporcionaba a la historia ese estilo visual, en contraposición con lo que sería una línea más clara?
No es coqueteo ¡estoy entregado a la mancha! Detesto la línea clara, no me sirve y no me representa. Fuera de bromas, hay un punto de expresión con el dibujo basado en manchas y garabatos, una frescura, que escapa de la rigidez, frialdad y análisis propias de la línea. Con el color me sucede lo mismo. A medio camino entre que no soy bueno haciendo dibujos realistas y que he aprendido, por formación en serigrafía, construyo el color a partir de superposiciones y capas. Ahí también aplico más la mancha que la línea. Está todo relacionado.
¿Qué significa para vos haber ganado un premio como el Fnac-Salamandra Graphic? ¿Puede cambiar o enriquecer el recorrido de un artista?
Fue un reto, tanto temático como técnico. También me ayudó a entender más la industria del libro. Mis anteriores publicaciones han sido o autoeditadas o publicadas con pequeñas editoriales con las que tenía un trato cercano con el editor. Ha sido una experiencia completamente enriquecedora, y también me doy cuenta lo poco visibilizado que el lector en general tiene del trabajo de esas personas que no son “el autor”: los correctores de estilo, los diseñadores, los coloristas, incluso del editor. Parece que un libro lo hace solamente el firmante, pero detrás hay, en la escala que trabaja Salamandra Graphic, un equipo.