Ashton Nicole Casey nació en Oak Ridge, Estados Unidos, pero pasó su temprana adolescencia entre Estonia y Letonia, mudándose por el trabajo de sus padres. En sus auriculares, como vía de escape, se loopeaba el pop punk de Paramore, el pop de M.I.A. y el hip-hop de Missy Elliott.
Luego de años de absorber todo aquello que llamaba su atención, a los 18 y con una mochila de sueños e imperativas tomó la decisión que lo cambiaría todo: sumergirse de lleno en los ramales del arte. Así, se mudó a Londres para comenzar a allanar el terreno y desarrollar el concepto musical, visual y estético que en la actualidad encuentra cuerpo y reconocimiento en nuestros altoparlantes con el alias de Ashnikko.
Pero, ¿cómo empezó todo? Casey salto a la escena en 2016 con la publicación en Soundcloud de su primer single, “Krokodil” producido por Raf Riley (el cual actualmente solo podemos encontrar en YouTube), y para 2017 nos entregó su primer EP, Sass Pancakes, también producido por Riley.
Si bien el boom no fue instantáneo, y en el camino nos dejó singles dignos de abrir los ojos con fuerza como “Nice Girl” y “Halloweenie“, todo empinó en 2018 con su segundo EP, Unlikeable. El hitazo “Invitation” con Kodie Shane simbolizó una promesa que se materializaba: un sonido con mucho punch, una estética glam y aires que inspiran a una mezcla entre Gwen Stefani y Stevie Nicks venía por nosotros.
Sin embargo, todo voló por los aires en 2019 con “Stupid“, hit escondido en su EP Hi, It’s Me, y ahí aparece TikTok con uno de sus superpoderes: descubrir y delegarnos música de artistas en despegue, como Ash. Bancar las imperativas de una plataforma que pateó las puertas de sus notificaciones con miles de videos de jóvenes que usaban su canción para frontear que no extrañaban a sus exes no fue fácil, sino más bien, agobiante.
‘’Fue una experiencia muy particular y extraña ver el éxito de mis canciones durante la pandemia porque yo también estaba sentada en casa, como todo el mundo -cuenta Ashnikko en conversación con Indie Hoy-. Todo se volvió súper surrealista y poco saludable para mí porque no estaba experimentando el boom de mi carrera en el mundo real, todo era online. Luego, cuando pude salir al mundo y tocar en vivo me quedé muy sorprendida porque todo había pasado de cero a cien muy rápido. Siento que me salteé muchos pasos que uno suele dar en su carrera, pero cuando miro hacía atrás elijo quedarme con las conexiones genuinas que pude hacer con mis fans’’.
“Stupid” alcanzó el número 1 de Billboard y certificados de oro en Estados Unidos y Canadá, pero lo realmente importante llegaba si nos colábamos al backstage: detrás del hit, una propuesta artística que entiende de saber lo que se quiere y de plantarlo con orgullo e imponencia. Así aparecía la sexualidad sin tabúes, en una obra de arte que representa de lo individual a lo colectivo con coros entonados sin pudor alguno.
El filósofo Byung-Chul Han señalaba para 2015 en su libro, La salvación de lo bello, que el boom de los smartphones, la aceptación desmedida a todo aquello que nos genera entretenimiento y la complacencia nos caracterizan como generación. Si nos estiramos hasta acá, podemos subir a su lista el scroll, el frenetismo y el descarte. En un infierno de lo igual, lo pulido no ofrece oposición al tacto, sino que lo llama a gritos.
Chul Han propone como claro ejemplo de esto el arte de Jeff Koons, pero si volvemos otra vez hasta acá, ¿que tenemos? A TikTok. La plataforma reina de nuestro tiempo libre sirve de canal para lograrlo todo de manera rápida: desde artistas, emprendedores e influencers hasta personas en situación de calle, todos ellos parecen coincidir en una sola cosa, reconocer ahí una posibilidad.
En una sociedad donde todo se parece a todo, esta red social aporta a percibir “lo pulido” de manera clara: marca estándares porque lo que no es dado no tiene estrías, no tiene roces, no tiene daño. Nos evita el sentir negativo porque lo perfecto está expuesto y listo para que pongamos nuestras manos sobre él. Pero, en esta aplicación, ¿realmente toda la negatividad queda eliminada? ¿No nos ofrecen nada para interpretar?
La negatividad no queda eliminada, más bien todo lo contrario. La opinión desmedida y sin filtro de todo lo que se presenta ante nuestros ojos se vuelve nuestro accionar de cada día. Bueno o malo, muchas veces malo. La interpretación queda deliberada al libre albedrío y muchas veces se limita a lo que se ve y no se racionaliza.
“Los seres humanos siempre intentan entenderse y etiquetarse unos a otros, hacer que las cosas tengan sentido en sus cabezas -coincide Ash-. Creo que no hay mucho espacio para la fluidez y los matices, para permitir que la gente cambie y evolucione. Cuando la gente necesita darle un sentido a mi arte o encasillarme en un género, etiquetando el tipo de música que hago, entiendo sus limitaciones, pero no me las impongo. No doy espacio a limitaciones del afuera durante mi proceso creativo, pero también entiendo que los oyentes siempre busquen comprender a través de las etiquetas’’.
Ahí, Ashnikko marca la diferencia: no busca reflejarse ni reconocerse en la figura de una artista pop pulida y loopeada, sino que se planta como una reina auténtica que se arranca el bozal sin miedo. Su música, que enuncia y desafía los parámetros de una aplicación que constantemente los quiere creando hits descartables, le permite alzar el mentón y esa tal vez sea la premisa para ingresar a su universo.
Ponemos los ojos encima de Ashnikko porque realmente queremos atender y racionalizar, buscar el porqué sobre aquello que nos ofrece a la interpretación y también bancar que, en pleno 2024 y siendo hija de una plataforma del calibre de TikTok, se plante a agarrar con fuerza el mástil de las banderas que defiende. A todas luces, arte desde el sentir y meditar lo propio.
Para esto, ella reconoce que su proceso creativo es indisoluble para llegar a este nivel de conexión con la gente. ‘’Me gusta ser un vacío y una esponja para todas las cosas que son interesantes y emocionantes para mí en el mundo -cuenta-. Ver películas y programas de televisión, tomar muchas notas, dibujar, leer muchos libros de arte, cómics, manga, novelas gráficas, etcétera. A partir de esas cosas voy haciendo recortes gigantes en mi cabeza y me sirven para escribir. El arte forma al arte y creo que no sería la artista que soy sin todas mis novelas fantásticas, artistas y películas favoritas que he visto“.
Weedkiller, su segundo álbum publicado en 2023, nos ofrece un mundo de fantasía donde reina el humor ácido, la incitación y una mirada fija a los ojos de quien guste de escucharla. “Es un álbum que sentía que realmente necesitaba hacer -reflexiona-. Fue un álbum bastante malhumorado, angustioso y muy cinematográfico para mí. Está profundamente arraigado a un concepto fantástico. Weedkiller es un personaje, es como este villano devorador del mundo que creé en mi cabeza y que necesito conquistar. Y creo que a lo largo del álbum eso es lo que intentaba hacer emocional, espiritual y creativamente. Me encanta el álbum, no quería imponerme limitaciones al crearlo, quería jugar con la música y tejer diferentes patrones a través de mi arte’’.
Este año, Ashnikko volverá a suelos argentinos para patear las puertas del Teatro Vorterix con un show surrealista y psicodélico. ‘’La última vez que estuve en Argentina tocaba en un festival y recuerdo que tuve muchas dificultades técnicas, fue muy duro para mí porque tenía muchas ganas de estar allí -admite-. Así que ahora estoy encantada de volver y tener más control sobre la experiencia. Esta gira es mi primera vez realmente conectando de manera individual con mis fans de América del Sur así que estoy muy emocionada de poder finalmente ver a los ojos a la gente, fijarme ese momento’’.
Ashnikko se presenta el viernes 11 de octubre a las 20 h en Teatro Vorterix (Av. Federico Lacroze 3455, CABA) junto a Juana Rozas, entradas disponibles a través de AllAccess. Escuchá Weedkiller en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).