Si tuvieras la posibilidad de tener un micrófono adelante y cantarle, hablarle, recitarle o gritarle a un montón de gente sobre algo que te resulte importante, ¿lo harías? Poner en evidencia una situación y darle afrenta a través de un discurso combativo, es algo que les sale muy bien a lxs Bubis Vayins.
“Mira cómo se pudre mi cuerpo, me da risa. Algo se está desmontando y reciclando, escupe vida”. Así arranca “Pizza de arroz”, la primer canción de Siempre veo algo en la oscuridad, su disco debut. Empapado de letras cargadas de doble sentido, porque algo que disfrutan es jugar con este recurso, y de melodías integradas por un popurrí de influencias y géneros como el post punk o las corrientes musicales alternativas, las 11 canciones que componen el álbum divagan entre punteos de guitarras crudas y electrizantes, un sintetizador siempre arriba y al frente que no se pierde en la muchedumbre de arreglos, sino que es parte vital de los mismos, en conjunto con un bajo duro y punzante y una batería canchera y ajustada, que acompaña a este malón de jóvenes intrépidxs que dan a conocer lo que piensan sin tapujos, buscando visibilizar y poner en jaque pensamientos cotidianos como las relaciones, los estereotipos, la convivencia o el porqué de ciertas cosas que nos suceden en la niñez.
Estxs chicxs, oriundxs de la metrópoli rosarina, a través de su narrativa se hacen cargo de que no siempre saben de lo que hablan, pero terminan encontrando y ligando frases con significantes que abren un panorama infinito de reflexiones al oyente y que, a su vez, dibujan un paisaje musical. Influenciadxs por los movimientos poéticos de la ciudad y por cuestiones sociales que adquieren una visibilidad cada vez mayor, como lo es el feminismo, se encargan de no descuidar el objetivo principal detrás de cada melodía: transmitir un mensaje claro y contundente de sucesos a los que ya no se puede hacer caso omiso. Es el caso del último track del disco, donde se pueden ver muy claras todas estas intenciones. “Dalia desamor- la niña soledad” es el claro ejemplo del manifiesto que sostienen y quieren dar a conocer estxs muchachitxs: tomando prestada la poesía de una escritora rosarina, puntualizan cuestiones como los estereotipos y las normas sociales. Todo esto no hay que pensarlo ajeno a su música, sino que cada acorde de guitarra y cada sonido emitido por los sintetizadores resuenan en conjunto con estas ideas.
Toda esta retórica “intransigente” y cuestionadora de lo preestablecido, no sólo se puede ver en su estética sobre el escenario, que es la misma que portan en su cotidianidad, sino también en la formación mixta de la agrupación, mayoritariamente femenina -lo que no es algo casual- y, como ellxs mismxs sostienen a la hora de compartir este dato: “Flasheábamos con conseguir gente muy especial”. Especiales, tal vez, por el talento y la dinámica de vida que comparten y que, a su vez, lxs llegó a unir como banda.