Galería de Raíces empezó en 2017 como un proyecto de rock progresivo, pero con el tiempo fue despojándose de las etiquetas. Su primer álbum, Contracultura, fue editado en formato físico en 2018 el sello por El Fauno Humilde Music.
Este año, el proyecto liderado por el compositor argentino Marcos Ameri sacó su segundo álbum a través del sello DLM Records. Titulado El costo de lo eterno, el disco involucra un total de 21 músicos entre los que se encuentran artistas de trayectoria como Horacio Zanotto de Sinergia, Marcelo Barrera de Rescate y FG de La Dieta de Worms. El arte de tapa repite el modelo de su antecesor con una ilustración dibujada a mano por el artista Nelson García.
Hablamos con Ameri sobre su obra, las intenciones detrás del disco y más.
Comencemos por el principio, ¿Cuándo se fundó y cuáles son las principales influencias del grupo?
El proyecto comenzó a finales del 2017. Yo tenía varias canciones que venía trabajando desde hacía rato y por diferentes cuestiones fueron quedando para mi propia escucha durante muchos años. Entonces tuve unos meses libres de otros proyectos y se me ocurrió poder darle un cierre a esas grabaciones inconclusas y sacarlas para que otros puedan escucharlas. Así que me puse a arreglar todo ese material, sumando a otros músicos y tratando de trabajar cada canción y también el concepto detrás del proyecto. Hay influencias de todo tipo, entre las musicales puedo mencionar a Rush, a Steven Wilson, XTC, Porcupine Tree, Radiohead, Phil Keaggy, La Dieta de Worms. También hay influencias literarias, como John Stott, Dietrich Bonhoeffer, CS Lewis, muchas de sus ideas están reflejadas en estas canciones.
¿Cuáles son las diferencias entre el primer disco, Contracultura, y el más reciente, El costo de lo eterno?
Hay muchas diferencias, por ejemplo, en el primero estuve mucho tiempo maqueteando “a oscuras” digamos, haciendo canciones por el mero hecho de crear y nunca pensé que eso fuese a ser escuchado por alguien. Así que todo eso nació de un proceso muy solitario e introspectivo que yo no conocía demasiado. Para el segundo sabía con qué cosas me sentía más cómodo y con experiencia. Me pregunté qué podía mejorar del primer álbum, como grabar baterías reales en un buen estudio, sumar a un buen bajista, trabajar con ciertos artistas que yo admiraba mucho, hacer videos más arriesgados… y bueno, todo eso dio una dirección para saber cómo seguir.
¿Qué hay detrás del concepto de este disco?
El concepto detrás del disco es una continuación de Contracultura. Cuando una parte de la sociedad decide llevar adelante una forma de vivir contracultural se va a topar con resistencia del resto del entorno, y al defender sus ideas, estilo de vida y costumbres, va a tener que pagar un costo. Ese costo puede oscilar entre la incomprensión, la censura o, lamentablemente, la violencia de los demás.
Hubo 21 invitados involucrados, ¿cómo fue la selección de invitados?
Hubo una banda base integrada por Ema Vivar en las batas, Jeremías Prokopchuk en el bajo y yo en las guitarras y teclados. Luego se sumó mucha gente del primer disco y además conté con nuevas voces, gente que conocí en estos años y al verlos hacer música en vivo me animé a sumarlos al proyecto. Siempre estoy atento a ver a quién puedo reclutar.
¿Cuáles fueron los desafíos a la hora de armar la producción del segundo disco?
El máximo desafío fueron los tiempos. Me propuse dos semanas de preproducción y arreglos y luego grabar todo. En esas semanas respiré música, literalmente, e inclusive el último día del año surgió el arreglo final de “El nuevo traje” que hoy pueden escuchar. Luego se retrasó la vuelta de Ema del sur así que gane una semana más, ahí surgió una canción más que me parecía que iba a ir muy bien así que la sumé mas tarde. Y para el resto de las grabaciones me puse un plazo de un mes y pudimos cumplirlo.
En el disco mezclás diferentes géneros musicales. ¿Te sentís cómodo rompiendo trabajando con diferentes estilos?
Podríamos decir que me siento cómodo no sintiéndome cómodo [Risas]. Trato de hacer cosas diferentes y no repetirme. A la vez me gusta demasiada música y justamente tengo el problema de que a veces quiero meter algo que no tiene nada que ver. Pero me gusta pensar que todo sigue siendo Galería de Raíces, y de alguna forma las ideas no están tan lejos una de la otra.
¿Quién fue Felicitas, la que inspiró una canción y la tapa del disco?
Felicitas fue una mártir del siglo II que, como te decía anteriormente, tuvo que pagar con su propia vida el pensar distinto. Solo por confesar una creencia distinta a la del imperio la tildaron de “conspiradora” y la sentenciaron a muerte a ella, a sus siete hijos le dieron la opción de negar el creer en Dios o vivir y, libremente rechazaron negar su fe. Así que uno a uno fueron ejecutados y unos días después, lo fue Felicitas. Mucha gente piensa que esto no pasa más, pero pasa más que nunca, solamente hay que entrar a la página de Voice of Martyrs o Bitter Winter para darte cuenta que en Medio Oriente y en China solo por tener una creencia distinta a la oficial corre peligro tu vida. Hace cuatro días a un tipo le demolieron la casa en Jiangxi por tener un grupo de estudio de la Biblia. Fijate que en Estados Unidos hicieron uso de violencia extrema contra un tipo solo por su color de piel y esa injusticia le costó la vida. Esa maldad es innata al hombre y la intolerancia más cruel se desboca ante cualquier cosa que sea diferente a lo establecido. El costo de lo eterno trata sobre aquellos que defendieron su fe en situaciones extremas, padeciendo esa misma violencia tan irracional y enferma. El mundo que nos va a quedar luego de este 2020 va a necesitar gente que junte los escombros y reconstruya, y no más personajes que prediquen sobre la falopa o vean a las mujeres como un objeto. Creerte que porque sos un reventado y un misógino sos cool no es inteligente: es decadente. Por eso, si voy a dar un mensaje tiene que ser algo que ayude a otros, que levante una bandera y que sea realmente anti sistema.
¿Cómo trabajan la composición de las letras? ¿De dónde viene la inspiración?
Primero viene la música, cosa que tiene que sonar y convencerme. Luego le doy “play” a la pista y la dejo corriendo, trato de tararear algo, o ver qué me sugiere. En ese fluir siempre surge alguna melodía, algo que puede funcionar en menor o mayor medida. Cuando repetís esto muchas veces medio que terminás entrenándote para improvisar y en esas melodías se cuela alguna palabra, algo que me da un indicio. Luego tomo esas palabras y pienso “¿esto qué significa?” y voy armando el rompecabezas. Es como jugar al Scrabble, te viene todo mezclado y vos tenés que entender qué hacer con eso, y a veces buscar una letra para completarlo. Por eso mismo siento que yo no creo nada, viene de un lugar distinto y yo solamente trato de capturar lo más que pueda.
¿Qué hay en la fe que te atrae tanto para volcarlo en tu obra?
Siento que mis mejores ideas muchas veces no nacen de algo intelectual. De hecho, cuando me propongo hacer una canción me salen cosas que no me gustan, pero cuando estoy ahí zapando, o directamente en el colectivo o soñando, aparece alguna melodía o palabra. Eso termina disparando un proceso que termina en una grabación. Que tenga letras con contenido que refleja mi búsqueda espiritual no es algo que yo elija, me sale así y si escribiría de otra cosa no sería coherente conmigo mismo. Además este proyecto trata de las raíces, lo cual me requiere ser sincero conmigo mismo y a la vez es un desafío para mantenerme fiel a lo que creo.
¿Lo que hacés te generó un conflicto con gente que no es creyente?
No, hasta ahora siempre tuve buena recepción y críticas muy positivas. Puede ser que a futuro haya conflicto, pero será bienvenido. Este álbum se llama El costo de lo eterno y no solo cuenta historias de gente que pasó, sino que también me llevó a pensar “¿estoy dispuesto a dar todo por lo que creo?” y creo que tener conflictos, o malos entendidos es también pagar ese costo.
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