Todo el mundo sabe que los excesos se llevaron a un gran número de músicos, pero que también lxs zombis existen. Infinidades han tocado fondo y vuelto desde la muerte. En Descubrir, te presentamos al último gran zombi rockero: Saul Adamcsewski que, desde Insecure Men, representa la vuelta a la vida en forma de dulces melodías y ácidas letras que rememoran la autodestrucción de antaño.
El 13 de noviembre de 2015 en París, a metros de la masacre en la que 137 personas perdieron la vida, Fat White Family expulsaba a Saul por su adicción a la heroína. La banda originaria de Londres se disolvía y su líder no tenía otro remedio que la rehabilitación. Así fue que después de dos años internado, lo único que quedaba del viejo Saul era la experiencia de haber tocado a la muerte, un cuerpo sano y limpio y una colección de canciones listas para ser vomitadas. Su amigo de la infancia y líder de Childhood, Ben Romans Hopcraft, fue la mejor palangana para que el zombi en cuestión lance lo suyo. Así fue como Insecure Men surgió desde los estudios de Nueva York, bajo la producción de un tal Sean Ono Lennon.
Su disco debut homónimo se lanzó en febrero de este año y cuenta con 11 canciones. La hipnótica lap steel es tocada por Marley Mackey de los Dirty Harrys, el órgano está a cargo de Victor Jakeman de los oscuros Claw Marks y a las baterías se las reparten entre un ex Fat White Family (Jack Everett) y un misterioso ex profesor de Saul (Steely Dan), mientras que el bajo es tocado por el co-fundador Ben y la guitarra por Saul, y ambos cantan a dueto.
Lo cierto es que para entender el sonido de la banda hay que ir a la antesala de estos dos viejos amigos: Saul señala que Ben es su antítesis y que de niños era el típico chico bueno al que él buscaba corromper. Ben, por su parte, viene de Childhood, formación en la que el dream pop psicodélico inglés se manifiesta de una manera limpia y prolija. Ben también es, en cierta forma, un zombi de lo que alguna vez fue. Según él mismo ha confesado, está cansado de hacer “cosas de blanco, para blancos y rodeado de blancos”, se encuentra entonces en el medio de una búsqueda interna, en pleno proceso de reencontrarse con sus raíces y consigo mismo.
Childhood funciona también como antítesis de la Familia de Gordos Blancos en la que el culto a lo feo y la asquerosidad son bandera (no apto para impresionables), así que de este modo, ambos son factores de producción de Insecure Men. Saul pone en palabras al sonido de la banda como la “mezcla de pop atemporal, música de salon y sonidos exóticos” a los que define como interpretaciones de lo que para los estadounidenses es la música hawaianna; y lo contrapone con su anterior banda. Al respecto ha sentenciado:
“Fat White Family es la celebración de todo lo que está mal en la vida, mientras Insecure men es un proyecto de sobriedad”.
Si de condiciones de producción se trata, es inevitable que la soberbia de Saul sea citada en canciones como “All the Women Love Me” o “I Don’t Wanna Dance (With My Baby)”, la más popera del álbum. Un futuro hitazo como “Subaru Nights” es definida por Ben como la portadora del sonido surf con melodías apocalípticas. Mientras que “Teenage Toy”, otro potencial hit, es descrita por Adamczewski como una canción de un mundo de cartoons dementes y que habla sobre la sexualidad adolescente, sobre todo para aquellxs que crecen en pequeños pueblos. En esta descripción se deja ver una de las entrelíneas de lo que la banda quiere enunciar: La monotonía, la chatez y desesperanza de vivir en pueblos costumbristas y quedados en el tiempo. La falsamente alegre “The Saddest Man in Penge” habla justamente sobre Penge, el suburbio donde Saul se sumergió en el consumo de crack porque no había otra cosa para hacer e introduce la temática con edificantes sonidos que dan cuenta de una plástica y superficial positividad que hay que tener para sobrevivir a una vacía vida de pueblo.
Nos encontramos entonces que el álbum despliega de todas esas formas guiños de ojos zombis a un pasado de oscuridad: “Whitney Houston and I” representa la voz de la muerta hija de la muerta Whitney; así como “Mekong Glitter” resulta una suerte de canción de glam rock que cita la falsa doble moralidad de la sociedad de los ’70, años en los que todos sabían sobre los escándalos sexuales por abuso de menores del glamrocker Gary Glitter, pero que nadie se atrevía a denunciar; y cuenta hasta con la super tétrica y claustrofóbica “Ulster” más bien propia de los FWF.
A pesar de estos ribetes negros y solemnes letras sobre lo monótona y destructiva que puede resultar la vida de pueblo, la línea melódica propuesta por esta placa conduce al oyente por un dulce sueño fugaz de 43 minutos, en el que se trasladará a un paisaje propia de una isla centro-americana y post-apocalíptica, a la mejor manera de Arthur Lyman.