Raleigh Ritchie es el alterego de Jacob Anderson, el músico y actor conocido mundialmente por interpretar a Gusano Gris en la adaptación televisiva de la aclamada serie Game of Thrones.
Su debut en 2016 con You’re A Man Now, Boy fue su presentación en la escena británica del rap y el R&B, un álbum eufórico que habla del dolor que vivió al crecer, lleno de canciones de amor y pérdida. Cuatro años después, Andy es la secuela que aquel disco merecía y el diamante en bruto que necesitábamos para este caótico 2020. Ritchie comparte de forma catártica, casi en un monólogo interno, los pensamientos íntimos que todos mantenemos en las sombras.
Inspiradas en la ansiedad que sufre desde joven, es muy fácil sentirse identificado con sus doce canciones y empatizar no solo con estos temas sino también con el lenguaje que usa. La apropiación de la cultura pop y del lingo moderno son naturales y no se sienten para nada forzados, estableciendo un lazo íntimo entre Ritchie y quienes lo escuchan. Pese a la vulnerabilidad y los momentos tristes, hay un optimismo contundente a lo largo del disco. Ritchie logra tomar las cosas amargas con las que nos enfrentamos y hacer que suenen dulces, y eso puede ser todo lo que necesitamos en este momento de incertidumbre.
El disco abre con “Pressure”, un tema conmovedor que explora la auto ambición con una forma arriesgada de cambio constante de tempos. Detrás de “Aristocrats” nos encontramos con un sonido más upbeat aunque mantiene esa temática de vulnerabilidad y búsqueda de uno mismo. “Time In A Tree”, que salió por primera vez como single hace dos años, describe pensamientos inquisitivos del cantante con los que todos nos identificamos. Cada canción nos adentra en el viaje personal de Ritchie. “Sadboi” juega con unos beats limpios y modernos, cargados de una reverberación y suciedad que evocan a canciones de los ochenta.
También hay una cualidad cinematográfica en las canciones, reflejo de su carrera como actor. Cada composición se siente como parte de una historia de realización personal y emocional. En entrevista con Indie Hoy, el artista contó que volvió a darle otra oportunidad a hacer terapia, algo que en el pasado le daba miedo justamente por la vulnerabilidad que genera frente a otra persona, el abrirse a un extraño y mostrar sus sentimientos. Un día se dio cuenta que justamente ese temor era lo que él hacía con su música, mostrar sus rincones más oscuros y vulnerables esperando que alguien lo escuche. Pese a que aún está buscando su lugar dentro del mundo psicoanalítico, Ritchie tiene menos miedo de volcar lo que siente en un papel que en un diván.
Andy ve al artista británico completamente abierto con quien lo escuche. Al terminar de escucharlo, te obliga a pensar en el trabajo como un ritual de auto sanación para él y es precisamente esa vulnerabilidad, tan palpable, lo que hace de este álbum una obra tan especial. En sus palabras, “tal vez justamente lo que necesitamos es aceptar la nostalgia, saber que es parte de nosotros, y seguir adelante”.