En una entrevista en 2006, Cerati se explaya sobre su idea del rock que más le interesa. Arriba de un taxi, reflexiona: el rock que lo atrae es el luminoso, el de los colores, sonidos y texturas que brillan particularmente.
Lo resume en una sola palabra: aquel que lo transporta es el que adquiere esa doradez. “Cuando te sale de la radio, te explota en la cabeza”, concluye.
Algo como eso, como rock que explota en partículas doradas, se encuentra en “No soy yo”, el nuevo sencillo de Autocine.
Es música del espectador de la noche, del que se hunde en ella para luego derramarla en esos artefactos bellos e inexplicables que son las canciones. Acá la noche ve la luz en la forma de punk rock apretado, brillante, de guitarras rabiosas y riffs y motivos que invocan a The Smiths porque invocan a The Libertines.
En conjunto con el primer simple de su segundo disco, lanzaron el video. Es un registro audiovisual de las sesiones en el estudio Romaphonic, en el que se ve aquello que se escucha y muchas veces se busca: cuatro pibes hacen sonar lo que sale de los parlantes.
Parece extraño que una y otra vez se hable, desde poco después que la cosa explotó con Elvis, de la vuelta y revuelta al rock en su estado primigenio. Sin embargo, hay algo que no se cansa de decirnos que ciertas emociones producidas por este ritmo principalmente guitarrero y manufacturado en el acto son irremplazables.
Las buenas noticias llegan, rápido o lento. Digamos que lo importante es que llegan. Por acá lo nuevo de Autocine. Hay doradez.