El extinto 2020 nos trajo muchas alegrías a nivel musical y la aparición de Taro tiene que ser una de las más destacables dentro de la escena nacional. Si hay algo que define a Lautaro Barceló es su inquietud: a lo largo de su corta pero intensa carrera, este músico de Buenos Aires ha pasado por una amplia variedad de géneros y estilos musicales. Si bien su proyecto paralelo, Carga Viva, era ante todo una liberadora explosión de funk rock de primer nivel, también es cierto que en sus dos discos de estudio había una pulsión por romper los límites preestablecidos.
Y este es el punto sobre el que hay que detenerse antes de analizar su debut solista titulado Taro (2020): ahí donde predomina la pose, también –cada tanto, como alguien que se hace desear mucho– emerge el verdadero talento. Cumpliendo con el designio autobiográfico de su título, Taro es un viaje directo al corazón de un artista moderno. Y esto no es un mero decir: muchos cantantes y performers contemporáneos se jactan de ser modernos basados en una cuestión meramente estética, pero muchos de ellos –podemos decir que la gran mayoría– no presentan ningún aspecto innovador en lo que refiere a lo sonoro. A vuelo de pájaro, Barceló puede parecer un integrante de la nueva camada indie pop, pero en el momento en el que los instrumentos se enchufan y los ojos se cierran, la experiencia que su música ofrece es muy diferente a la que se puede encontrar en una escena con tendencia a la repetición.
La música es sangre y por la sangre de Taro corren un sinfín de influencias que lo han convertido en quien actualmente es. Se hace evidente que a Barceló le gusta mucho el rock nacional clásico, pero no por ello abandona los terrenos experimentales, algo que se puede notar con mucha contundencia y claridad en las texturas densas y la personalidad estridente de canciones como “Espacio” y “Al otro lado”.
El debate entre la luz y la oscuridad recorre todo el disco, resolviéndose por momentos de forma festiva de la mano del funk y el retro disco ochentoso presentes en “Agosto”, “2 mil noches” y “Aunque ni bien te despiertes”. A esta altura de la escucha, no sorprende el notable sentido orquestal lleno de ambición ni la lírica tan pensante como despreocupada, dos claves para comprender su viaje sin escalas del hip hop ácido (“Para atrás”) a la (in)tranquilidad más campestre (“Tus brasas”), quedando la esperanza de cara a un futuro muy cierto erigida como una ambivalente pared sonora (“Ansiedad”) que resume a la perfección todo lo vivido –lo bueno, lo malo y lo feo– en un 2020 que no fue el que ninguno de nosotros esperaba.
Escuchá a Taro en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).