En Mendoza existe una casa que tiene impregnada en sus paredes los sonidos de una generación. En ese mismo lugar se grabaron baterías de Las Luces Primeras e Hijo Único, Un androide en la montaña (2015) y Álbum desconocido (2012) de Lavanda Fulton, todo el material de Fideos con tuco, Las Cosas Que Pasan, muchos conciertos, ranchadas y zapadas. Historia. Esa casa tiene historia y Gonza Nehuén es el nexo de todos esos momentos.
El solsticio nos trae Las Partes, un disco honesto que dibuja la metamorfosis de un baterista. La producción del álbum fue realizada en ese hogar que hospedó e hizo crecer a varios músicos de la escena. Una habitación blanca, sintes, mate, el peso de las horas y la disciplina de grabar hasta la cena. Luis Maria Cabezas fue un eslabón fundamental en la producción y masterización. Gonza Nehuén cuenta que sus canciones siempre fueron instrumentales, aunque en el fondo sabía que esta vez iba a tener que empezar a ser el que dice. Es por eso que su voz aparece y desaparece a lo largo del disco.
La narrativa del álbum cuenta con una introducción al universo progresivo y sensorial de lo que va a ser un viaje de treinta y seis minutos. Ocho temas forman parte del concepto de que el amor se manifiesta con diferentes matices y colores. “No hay doble mensaje, no hay dioses ni cavernas, soy solo un chabón que hace música porque no concibe la vida de otra manera”, dijo Gonza cuando explicó el proceso de producción del álbum: “No podría haber sido de otra manera”.