Kawaii Space Odyssey puede ser, tranquilamente, la respuesta a la pregunta “qué pasa si dejás un grupo de amigxs veinteañerxs en una nave en el espacio”. Si nos atenemos a la literalidad de los títulos, vemos cómo los estados de ánimo van cambiando: la apertura amablemente violenta de un pogo, el concurridísimo coro compañero de “Sistema” (no es exagerado el superlativo, pueden ver los créditos), la dulzura nostálgica de “Vos desactivás mis protocolos de defensa” y lo necesario para una convivencia (medianamente) pacífica (“Disciplina 600 mg”, según el Escuadrón Plush Combativo), todo atravesado por un sentimiento de melancolía generalizado en los casi 37 minutos que hacen a la placa.
El squad porteño emprende su odisea apoyándose en las armonías de sus guitarras en tándem (Compañero Seda y Gingko Balboa), la unión acelerada de la base batería-bajo (Madame Alerta – Los Leales) y las pinceladas de paisajes ficticios de los sintetizadores (Niño Cara de Luna).
El contraste entre la impresión que el disco me generó en su primer escucha y el relato que trazaron en una búsqueda más bien conceptual no fue tan fuerte, y eso marca una clara relación con la idea que trabajaron originalmente. Lo que en un principio puede parecer una especie de autorretrato sci-fi de los álter egos del quinteto, como se mencionó en el primer párrafo, es en realidad la historia de una nave destruida y a la deriva en el espacio que contiene a tres mujeres japonesas, la última forma de vida humana en el universo, dominadas por un robot-dictador y las relaciones interpersonales que van apareciendo.
El origen terrestre del grupo tiene lugar alrededor de un puñado de amigos, quienes desde hace algunos veranos comparten vacaciones en Villa La Angostura y en ese contexto tuvieron la idea de darle forma a una banda que suene afín a géneros que ellos más escuchaban, tales como el post-rock y el math rock. Resulta interesante conocer el proceso de elaboración de los temas, ya que considerando la importancia tímbrica e instrumental de estos estilos, es toda una novedad descubrir que las composiciones fueron hechas desde lo básico de dos guitarras criollas y un ukelele, para luego, de vuelta en la ciudad, ensamblarlo en el estudio de uno de los miembros y así acabar el maquetado del disco, cuya versión final vio la luz bajo la producción de Matías Ruiz Guzmán y Nicolás Balé.
La presentación del disco es el sábado 24 de noviembre en el Teatro Caras y Caretas (Venezuela 330, CABA).